Textos de Gamoneda

Gamoneda, entre los 40 autores del libro ‘Palabras para Corsario’

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Han colaborado con sus textos, entre otros autores, Luis Mateo Díez, Antonio Gamoneda, Gustavo Martín Garzo, Olvido García Valdés, Germán Vega, Ildefonso Rodríguez, Luis Marigómez, Tomás Sánchez Santiago, Manuel Sierra, Miguel Casado, Fernando Herrero, Eduardo Vasco, Rafael Vega «Sansón», Héctor Urzaiz, Helen Lannaghan, Javier Dámaso, Manuel Jesús González, Carlos Gil, Miguel Ángel Pérez Maguil, Eloísa Otero, Ana Gallego, Benjamín Sevilla, Javier Martínez Varillas, Joseph Seelig, Miguel Ángel Varela, Alfredo Vidal, Javier R. de la Varga y Chefa Alonso.

Gamoneda, en el nuevo número (148) de la revista ‘TURIA’

El nuevo número de la revista cultural Turia dedica su monográfico a reivindicar al escritor aragonés Ángel Guinda, fallecido en 2022. Se trata del número 148 de esta revista turolense que cumple cuarenta años y que se presentará a finales de este mes de noviembre de 2023 en Teruel y en Madrid.

Entre los escritores que participan con textos inéditos en este número especial de la revista figuran premios Cervantes como Antonio Gamoneda; académicos como Soledad Puértolas, Luis Mateo Díez y Clara Janés, o autores prestigiosos como Luis Landero (Premio Nacional de las Letras Españolas), Javier Gomá (escritor y filósofo, director de la Fundación Juan March y Premio Nacional de Ensayo), Enrique Vila-Matas (Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances), o varios autores galardonados con los Premios Nacionales de Narrativa, como Pilar Adón, y de Poesía: Chantal Maillard, Luis Alberto de Cuenca, Antonio Colinas y Yolanda Castaño.

También participan destacados nombres propios de la narrativa contemporánea española como Sara Mesa, Sergio del Molino y Manuel Vilas. Poetas como Luis Antonio de Villena, Jaime Siles, Piedad Bonnett, Jordi Doce, Raquel Lanseros, Martín López-Vega, Ada Salas o Julieta Valero, también se suman con trabajos inéditos a esta celebración.

Gamoneda escribe sobre un sonajero en «Las voces de la tierra», un libro con fotos de Robés sobre objetos hallados en exhumaciones de fosas comunes

Sonajero (aparecido en la fosa de la Carcavilla, en Palencia), sobre el que ha escrito Gamoneda. © Fotografía: José Antonio Robés.

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) y la editorial Alkibla preparan la edición de «Las voces de la tierra», un libro de fotografías de objetos que a lo largo de los años han sido hallados en las exhumaciones de fosas comunes de personas asesinadas por la represión franquista. Las imágenes en blanco y negro de objetos desnudos son obra del fotógrafo berciano José Antonio Robés.

Las fotografías estarán acompañadas de textos escritos por un nutrido grupo de poetas, novelistas, actores, investigadores, periodistas y activistas del movimiento de la memoria histórica, entre ellos el poeta Antonio Gamoneda, pero también Sukina Aali-Taleb, Santiago Auserón, Juan Miguel Baquero, Fernando Berlín, Clemente Bernad, Juan Diego Botto, Isabel Cadenas Cañón, Conchi Cejudo, Cristina Fallarás, Ana Gaitero, Guadalupe Grande, Carlos Hernández, Antonio Maestre, Juan Carlos Mestre, Ana Messuti, Miguel Ángel Muñoz Sanjuán, Marta Nebot, Olga Novo, María Ángeles Pérez López, Edurne Portela, Raquel Ramírez de Arellano, Jorge Riechmann, Miguel Ríos, Olga Rodríguez, Isaac Rosa, Rozalén, Marta Sanz, Emilio Silva Barrera, Héctor M. Silveiro Fernández, Guillermo Spottorno, Miguel A. Varela, Willy Veleta, Enrique Villarreal ‘El Drogas’, entre otros autores.

El volumen verá la luz en otoño de 2021, fecha en que se cumplirán 20 años de la primera exhumación científica de 13 republicanos desaparecidos por la represión franquista, exhumados en Priaranza del Bierzo, a partir de la cual se fundó la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.

El trabajo se inició hace casi tres años, cuando José Antonio Robés comenzó a contactar con familias que habían recibido los objetos encontrados en las fosas, que habían pertenecido a sus seres queridos, y comenzó a fotografiarlos.

Seguidamente a cada una de las personas que iba a escribir sobre ellos le fue asignado un objeto y se le dio la oportunidad de conocer el contexto histórico del mismo o de desconocerlo, dándoles libertad para escribir textos con mayor o menor contenido histórico y más cercanos o distantes a la ficción, tomando siempre como punto de partida las fotografías.

El más extenso de los textos es el del poeta y Premio Cervantes, Antonio Gamoneda, que lo ha elaborado a partir de un sonajero encontrado en la exhumación de una fosa en el Parque de la Carcavilla, en Palencia.

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Gamoneda y su primera lectura, a los 17 años, de «El proceso» de Kafka

«El proceso»; Losada, Buenos Aires, 1946.

KAFKA 1948*

Por ANTONIO GAMONEDA

Fue en 1948 cuando leí mi primer Proceso. Lo sé con seguridad por indicadores que aquí no importan. Aún conservo el ejemplar, muy deslucido por las relecturas. Es la segunda edición (1946) de la Editorial Losada, de Buenos Aires, que me procuró el cajón clandestino y amistoso de un librero «de los de antes», de los de muy antes, Anastasio Jular, buen lector él mismo, furtivo distribuidor de libros prohibidos, que lo eran entonces prácticamente todos según una norma semilegislada que, con su carácter global, simplificaba seriamente la tarea de los encargados de nuestras conciencias.

Sesenta años hace y aún aquella primera lectura vuelve a veces a mí, sobreponiéndose a las posteriores. Yo creo que mi condición de lector aún bisoño me proporcionaba una poderosa inocencia en la que las percepciones sensibles (las representaciones mentales de las percepciones sensibles, quiero decir) se me deparaban despojadas de ficción, de manera que no se distinguían de las gravemente existenciales.

José K… se movía sin destino, en una constante semipenumbra, con una lentitud angustiosa. Angustiosa porque la lentitud llevaba consigo imposibles urgencias. El espacio también era incomprensible, y lo eran, a su vez, los ocasionales interlocutores y sus respuestas a la oscura ansiedad y las siempre improcedentes preguntas de José K…, reo ante una justicia desconocida en virtud de una culpa también desconocida que era absurdo intentar conocer. José K… era culpable bajo condiciones en las que conocimiento y explicaciones eran, obviamente, innecesarias. Era culpable. Nada más.

Si mi lectura hubiera sido más tardía, yo habría podido interpretar el caso K… y su atmósfera como una inmensa metáfora relativa a la existencia, y aliviado mi causa sonámbula en la advertencia de que aquello era literatura. Pero no. Yo viví la lectura de El proceso. Algo de aquella vivencia permanece en mí.

Hoja suelta sobre Kafka.

[* Nota de E. Otero: Esta hoja apareció hace unos días, entre papeles de Antonio Gamoneda, con un encabezado dirigido a C. R., redactor de El País. El poeta, a mis preguntas, dijo no recordar la fecha o el año en que lo envió por fax al periódico, y si se publicó o no. No hemos hallado referencia a este texto en la hemeroteca digital del periódico. Parece un pequeño apoyo preparado para acompañar, como un pequeño suelto, o junto a textos de distintos autores, una reseña más grande a propósito de alguna edición relacionada con Franz Kafka (1883-1924), tal vez publicada en papel en el Babelia. El folio firmado por Gamoneda lleva el número 294, por lo que quizá fuera reciclado, o entresacado de un original más grande. El nº de fax es indicativo de que este texto se envió cuando el correo electrónico o no existía o su uso no estaba normalizado.]

Un texto de Antonio Gamoneda sobre la poeta Ámbar Past en la revista mexicana «La Otra» (2014)

Ámbar Past,
cantos y conjuros

[«El gran poeta español Antonio Gamoneda, premio Cervantes de Literatura, envía esta nota exclusiva para La Otra en la que nos habla de la palabra florida que habita en esta también poeta de origen estadounidense pero con residencia en el mundo indígena de Chiapas, Ámbar Past.»]

AMBAR PAST EN SU POESÍA Y EN LA FRATERNIDAD TSOTSIL

Por ANTONIO GAMONEDA
[Texto publicado en la revista mexicana de poesía «La Otra» el 14 de agosto de 2014]

Ámbar, Ámbar Past. Quizá de raíces polacas, quizá de nacimiento norteamericano, no lo sé bien. Sí sé, pude saber (hace ¿siete, ocho años?, en días en que Víctor Manuel Mendiola me tuvo invitado a un inolvidable festival poético en San Cristóbal de las Casas), otras causas, potencias y circunstancias de Ámbar.

Supe de la existencia de Ámbar y de la existencia de su poesía. No fue poco. Pero el tiempo (le estoy muy agradecido al tiempo por lo que a Ámbar Past concierne) me ha ido procurando otras emocionantes sabidurías. Algo quiero decir de  las tales antes de referirme a la más reciente poesía de Ámbar, que ésta, su más reciente poesía, es el motivo central, ya que no único, de este escrito. De este escrito que, libros aparte, creo que es el primero que en mi vida ofrezco a las prensas iberoamericanas.

Ámbar vive en San Cristóbal, donde coordina las humildes y magníficas ediciones del Taller Leñateros; del Taller que merece un serio estudio de su significación editorial –de su cultura editorial, podría decir–, y también una estimación más justa y retribuyente de su tarea. Ámbar vive en San Cristóbal, sí, pero hay que añadir velozmente que su vida se proyecta en los espacios chiapanecos en que es más evidente, asociada a la pobreza, una cultura propia, sagrada o mágica, me da lo mismo: Chalchihuitán, Huixtán, Pantelhó, Chamula… En estos y en otros pueblos semejantes, mujeres y hombres tsotsiles son poseedores de la “palabra florida”, de los conjuros y cantos ofrecidos, que “alimentan” a los dioses y que los dioses corresponden protegiendo a los tsotsiles en su cada día. Así, la “palabra florida” existe y se canta “para que la lagartija no coma el frijol, para pedir la mano de una mujer, para que no venga el ejército, para que el murciélago no muerda al borrego, para no tener que robar…”. Hasta “para vender Pexi Cola” (sic). ¿Grotesco o maravilloso el sincretismo que dispone conjuros “para vender Pexi Cola»? El más inteligente y furioso creacionismo europeo no  alcanzaría una obra poética con grado semejante, que en las vanguardias europeas no están los dioses –incluidos el Dios o los dioses vétero y neo testamentarios– que sí están en la poesía tsotsil.

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Un texto de Gamoneda sobre la histórica revista leonesa de poesía «Claraboya»

Portada del libro «Claraboya y sus amigos» (Eolas Ed.)

Los queridos ‘claraboyos’, el ‘entonces’,
mi mala memoria, etcétera

Este texto de Antonio Gamoneda sobre la histórica revista leonesa de poesía «Claraboya» apareció publicado en Diario de León (en el suplemento El Filandón), el 20 de octubre de 2013, y se reprodujo más tarde en el libro colectivo «Claraboya y sus amigos. Una aventura poética renovadora» (Eolas Ediciones, León, 2014).

Por ANTONIO GAMONEDA

Claraboya, una revista de poesía bien nacida hace medio siglo en León y no tan bien fallecida menos de cinco años después. Una revista de poesía, sí, pero no faltaban en ella el leve o contundente trazo de los dibujos, ni las prosas, críticas o no, ni (para dar una pista, hacer un guiño, algo, en razón de la sustancia política de aquellos años y sólo por ello, voy a entrecomillar la palabra) el «pensamiento». ¿Sus fundadores? Podrían ser más de los que voy a nombrar, pero, por un no sé qué, voy a limitarme a los jóvenes poetas entonces en ejercicio, que eran Agustín Delgado, Luis Mateo Díez, Ángel Fierro y José Antonio Llamas. ¿Directores? Lo serían todos, aunque inicialmente –supongo que para el buen parecer a los ojos de las «autoridades»– figurase como tal Bernardino M. Hernando, un inteligente buen muchacho, cura ya progresista en el entonces de entonces. Todos cuatro o todos cinco, como se prefiera o deba ser, estaban muy bien nutridos –intelectualmente, quiero decir– por las serenas y sabias lecciones de otro cura, el inolvidable don Antonio –don Antonio González de Lama–, que ya tenía ofrecido su magisterio en la antecedente Espadaña, revista también leonesa y también importante para la poesía española, que lo fue a lo largo del segundo quinquenio de los cuarenta.

De don Antonio decía. Inolvidable, ciertamente. Vaya usted a saber por qué, no era muy querido por la mayor parte del clero local, aunque de éste, los que eran sus amigos, lo eran en grado superlativo. La verdad era que, salvo las ensotanadas excepciones que digo, todo León le quería, le queríamos.

Pero a lo que iba. El aleccionamiento de mis queridos «Claraboyos» por parte de don Antonio, hubo de ser en el seminario, por el que, pienso con posible acierto, pasaron todos ellos brevemente. En cuanto a mí (diez o más años mayor que ellos, demasiado joven para Espadaña y demasiado viejo para Claraboya), cercano en los afectos, no tenía nada que enseñarles; fui un amigo «exterior», salvadas algunas colaboraciones y reuniones ocasionales. Voy a contar algo de estas. Con la insegura memoria que ya tengo avisada.

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Gamoneda sobre Jean-Louis Fauthoux: «ENTRE LA LUMIERE ET L’EAU»

"Luz". Papier. © Jean-Louis Fauthoux.

«Luz». Papier. © Jean-Louis Fauthoux.

[Reproducimos, en francés y en español, uno de los textos de Antonio Gamoneda que acompañó la exposición LUZ – LUMIERE del artista Jean-Louis Fauthoux, en la localidad francesa de Pau, con motivo de la Fiesta del Libro celebrada en noviembre de 2010:]

PAPIER FAUTHOUX, COULEUR FAUTHOUX,
ENTRE LA LUMIERE ET L’EAU

Lorsque Jean-Louis Fauthoux trempe ses mains dans l’eau, la lumière entre en elle-même et révèle la multitude des pigments enfouis. C’est une fleuraison clandestine et bouillante dans la profondeur innommable.

Vers les mains humides les lumières avancent accompagnées des ombres. Les lumières avec leur charge de feu, les ombres avec leur tremblement nocturne Les atomes tournent dans leur discorde livide mais la paix survient, la paix des grisailles silencieuses et des bleus froids.

Incendie et paix dans les mains pulsatiles, incendie et paix sur les étamines sauvages. Tout est visible et lumineux dans la vertu de l’eau, de l’eau submergée dans son ignorance intime, libre et convertie sous les mains de Jean-Louis Fauthoux.

Un flamboiement inonde la cour. Turgescent, sur des cordes immobiles il déplie sa couleur intransitive, et la prononciation du crépuscule et la conduite de l’aube se concertent dans la même flamme.

Tout est vérité sur les grands papyrus, dans l’écriture violacée qui nomme l’inexistence et qui déroute les signifiés. Ah la folie qui tourne incandescente, ah le flamboiement sans cause!

Tout est vérité dans la déclinaison du pourpre. Tout est vérité : le singulier et le multiple, le conséquent et l’initial. Couleur, couleur, nombre immense, chiffre secret et évident.

Lorsque il trempe ses mains dans l’eau, l’impossible se modifie. Tout est certitude, tout luit en immanence existentielle. Couleur, couleur, cause incessante, somme en procès. Couleur, absence présente, plaie et conduite solaire.

Tout est lumière et tout est ombre : le faux est aussi véridique ; la mort, immortalité. Tout est lumière et tout est ombre, lointaine proximité. La lumière habite l’ombre. Il y a de la lumière dans la froideur attenante à l’éternité

                                vide.

ANTONIO GAMONEDA
Traduit en français par Amelia Gamoneda.

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Fauthoux y Gamoneda, en León, en 2009. © Fotografía: Eloísa Otero.

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¿Malos tiempos para la poesía?

Antonio Gamoneda. © Fotografía: Fernando Sanz-Santacruz.

Antonio Gamoneda. © Fotografía: Fernando Sanz-Santacruz.

(Texto publicado en el libro de Antonio Gamoneda: El cuerpo de los símbolos, Huerga y Fierro, Madrid, 1997)

«¿Son estos malos tiempos para la poesía?»

Por ANTONIO GAMONEDA

No lo creo. Únicamente los vivirán y sentirán contrarios quienes pretendan que la poesía tenga una función (en la sociedad) o una implantación generalizada (en la sensibilidad) que ya no le son propias.

Cuando la realidad se explicaba «mágicamente», los símbolos y el énfasis necesarios para tal explicación recaían en las conciencias, se potenciaban mediante mecanismos estéticos y, de paso, se constituían en norma. Me estoy refiriendo a las sociedades fundamentadas en religión ya los textos poéticos que venían a ser su legislación. Debo añadir que existía una confusión profunda entre religión y poesía. Eran buenos tiempos para ésta.

En un pasado más cercano, las religiones, simplificadas en el uso popular, no distribuían ya poesía con análoga intensidad, pero en la sensibilidad no había desaparecido la necesidad del símbolo y del énfasis (entiéndase aquí por énfasis la peculiaridad del lenguaje en función estética) y existía una demanda poética satisfecha básicamente por la transmisión oral. Eran buenos tiempos para la poesía.

Nuestros días, a diferencia de estos anteriores, están dominados por datos objetivos. De paso, la sensibilidad recibe, vía tecnológica, más estímulos estéticos que los que realmente necesita. Está saturada. Hay «sobrecarga en las líneas». No importa que la «sobrecarga» sea de buena o mala calidad: hay sobrecarga.

¿Quiere decir esto que corren malos tiempos para la poesía? Creo que no. Pensar tal cosa sería igual a pretender que el buen estado de la poesía es asunto de orden cuantitativo, es decir, que su valor consiste en la implantación mayoritaria.

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