[Esta entrevista se publicó originalmente en Hispanic Poetry Review 5.2. (revista auspiciada por el Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Texas, 2006): 80-90. Se completa con este texto de los mismos autores: “ESPACIOS Y LUGARES DE ANTONIO GAMONEDA”, en Hispanic Poetry Review 5.2. (2006): 69-79].
ENTREVISTA CON ANTONIO GAMONEDA
“REALIDAD ‘VERSUS’ REALISMO”
Por BENITO DEL PLIEGO y ANDRÉS FISHER
—Aunque tus primeros poemas fueron escritos a temprana edad y tu primer libro, ‘Sublevación inmóvil’, apareció en 1960, desde la perspectiva de la proyección pública se pueden percibir dos momentos separados por la aparición de ‘Edad’, libro que recibió el Premio Nacional de Literatura. Hasta entonces tu obra era de difícil acceso y su conocimiento mucho más reducido. A la vista de ese cambio, ¿cómo ves tu trayectoria? ¿En que ha influido el reconocimiento recibido?
—Sí, hay que partir de que yo no me siento marginado ni me he sentido marginado nunca, porque en todo caso sería automarginado. Yo soy provinciano vocacional, entonces tengo mis rarezas; rarezas que consisten en que nunca he pedido que me publiquen un libro o que me publiquen poemas. Es decir, han tenido que venir a mí y eso se produce más lentamente; soy un hombre que vive en una ciudad pequeña, que no tiene demasiada voluntad de notoriedades. Eso no quiere decir que no tenga vanidad: claro que la tengo, pero el buscarme el reconocimiento y el escalafón me produce una gran pereza y me la produjo siempre. Me quedo en casa tan tranquilo porque pienso que lo importante es escribir; publicar y que haya una trascendencia también, pero menos. A partir de ‘Edad’ esto, ciertamente, coincidió con algunos premios de cierta significación, y a partir de ahí se produce, yo no diría un reconocimiento —porque no sé muy bien lo que es eso—, sino más bien un acercamiento, fundamentalmente de gente joven, y yo me siento bien con esto. Me siento bien con que en lugares insospechados para mí haya gentes, predominantemente jóvenes, que se interesan por mi escritura. Yo soy hombre de poca escritura.
—Esta aproximación de los poetas jóvenes a tu obra se produce, en España, en un ambiente poético identificado con una literatura autodenominada “realista”, del que tus ideas poéticas se encuentran muy distantes. ¿Qué significación crees que tiene, en este contexto, que se haya reconocido una obra que durante años había quedado al margen de posiciones legitimadas oficiosamente?
—Ha tenido dos consecuencias; bueno, tres. La primera, esa actitud afectuosa, interesada —interesada en el mejor sentido— de la gente que en estos momentos tiene menos de cincuenta años. Salvo muy pocas excepciones, hay una reticencia por parte de los que son de mi edad o mayores que yo. Bien, yo me siento bien en esta situación; eso en cuanto a lo que diríamos actitudes personales. Respecto a las actitudes en la escritura, es cierto que hay una pequeña veta de jóvenes en que, de alguna manera, se dan ciertos parecidos; espero que no sean demasiados, porque no hay por qué empeñarse en ser original a ultranza pero tampoco olvidar que cada uno es su propio poeta. Creo que hay una actitud ante el lenguaje que tiene que ver con lo que yo pienso; en algunos casos es menos todavía; poco más que una resonancia, pero yo pienso que esos chicos o se libran de mí o van apañados; espero que se libren. Y, por otra parte, ya te digo: no es que mis coetáneos no me reconozcan, sino que hay una cierta hostilidad; más que hacia la persona, hacia mi poesía. “¿Pero todavía leéis a Antonio Gamoneda?”—El último que dijo esto creo que fue Joaquín Marco.