Reseñas de libros de Gamoneda

Sobre la antología personal ‘Atravesando olvido’, de Gamoneda, por José María Espinasa en ‘Letras Libres’ (2004)

José María Espinasa publicó en junio de 2004 en la revista Letras Libres el artículo titulado «Cinco decenios adentrándose afuera», sobre la antología personal Atravesando olvido [1947-2002] (Ed. Aldus, México, 2004), de Antonio Gamoneda.

Cinco decenios adentrándose afuera

Por JOSÉ MARÍA ESPINASA

Hace unos meses la editorial Tusquets puso en circulación, desde Barcelona, el volumen Arden las pérdidas, el más reciente libro de Antonio Gamoneda (1931), una de las voces más importantes de la actual lírica hispánica, pero es probable que la presencia del libro apenas fuera advertida en México por lectores atentos que siguen la actualidad literaria. Es tal la desconexión entre lectores de ambos países que aquellos nombres que ocupan un lugar sobresaliente en un lugar son desconocidos en el otro y a la inversa, y éste es el primer libro de Gamoneda con circulación en México. Por eso es importante ahora la aparición de Atravesando olvido (1947-2002), una antología personal que lo sitúa en su trayectoria de ya más de cincuenta años como poeta. Tal vez la insistencia editorial —vale la pena, la verdad— lo vuelva un poeta conocido entre nosotros.

Gamoneda pertenece a esa generación que vivió la guerra en la niñez y en la que la violencia permaneció presente muchas décadas después y tal vez no desaparezca nunca. No se trata de un poeta cuya revelación fuera fulgurante desde sus primeros libros, sino que se fue asentando en el gusto del lector, mientras trabajaba en su tono personal sin dejarse llevar por las modas del momento. Lejano del ritmo histriónico de algunos poetas de su edad, desde el principio mostró una voluntad de concentración que poco a poco lo fue llevando a una dicción esencializada y al encuentro de una transparencia asombrosa que acentúa su densidad.

Vistos retrospectivamente, los libros de los años cincuenta y sesenta, de los cuales Atravesando olvido trae algunas muestras, son a la vez un aprendizaje y un señalamiento del tono que se volvería más evidente en libros futuros. La importancia que tuvo en aquellas décadas la circunstancia de la dictadura franquista y el dolor de la posguerra hizo que los poetas se dirigieran sobre todo a una exterioridad colectiva, mientras que Gamoneda decidió interiorizar el sentido, hablarse a sí mismo para poder así hablar a cada uno. Cuando el tiempo transformó el contexto, las virtudes de Gamoneda empezaron a mostrarse con más firmeza ante sus lectores. La publicación, en 1988, de su poesía reunida bajo el significativo título de Edad —que incluye el notable Blues castellano de 1966— le dio el lugar que se merecía y le permitió evolucionar hacia libros más arriesgados y singulares.

Lo ocurrido en esa evolución sólo es comparable a lo que sucedió con José Ángel Valente después de la publicación de Punto cero. Cada libro que Gamoneda publicaba se volvía una pieza clave de la poesía hispánica —Libro del frío (1992), Libro de los venenos (1995) y en 2003 Arden las pérdidas—, mientras que el reconocimiento de la crítica y el número de sus lectores en la Península crecía. Atravesando olvido es una notable introducción a su obra para el lector mexicano, perfilada por la selección del propio autor, con prólogo de Eduardo Milán, y un apéndice que incluye una conversación con Gamoneda y un texto (muy bueno) de él mismo reflexionando sobre su labor.

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Eduardo Moga reseña ‘Libro del frío’ de Gamoneda

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Por EDUARDO MOGA
Publicado en su blog ‘Corónicas de Españia’, el 21-1-2023

Galaxia Gutenberg sigue recuperando títulos esenciales de la poesía española contemporánea. A finales del año pasado, publicó Libro del frío, de Antonio Gamoneda, un poemario —de 1992— en el que el mejor poeta español vivo, y uno de los mejores del último medio siglo, cuenta su hospitalización por una grave enfermedad (es decir, lo que la hospitalización le hizo sentir: lo que le permitió ver, tanto en un presente adolorido como en un pasado cuya recuerdo tiene mucho del madero al que se aferra el náufrago para no ahogarse) con un estilo ferozmente sintético, en el que la introspección convive sin dificultad con la fabulación y la metáfora.

El carácter sintético del libro se refleja en unos poemas casi siempre muy breves —solo algunos de la sección “Sábado”, de las seis que tiene el poemario, desmienten esa brevedad—, fragmentarios y versiculares. Gamoneda vuelve a conjugar en Libro del frío un poso de sentimientos sombríos —el peso de la enfermedad, la cercanía de la muerte, la levedad del tiempo que nos corresponde, la fragilidad existencial— con un verbo encendido, a veces hasta exaltado, siempre sensual y, aunque enredado en tinieblas, polícromo, simbólico y figurativo a la vez. Otro gran poeta, Tomás Sánchez Santiago, firma un prólogo, como la palabra de Gamoneda, luminoso. En él describe Libro del frío como “un relato despedazado y sobrecogedor al que uno asistía atónito, con la conciencia erizada y los sentidos afilados hasta lo insoportable”.  Esto dice un poema de la sección “Pavana impura”:

Busco tu piel inconfesable, tu piel unida por la tristeza de las serpientes; distingo tus asuntos invisibles, el rastro frío del corazón.

Hubiera visto tu cinta ensangrentado, tu llanto entre cristales y no tu llama amarilla,

pero mi sueño vive debajo de tus párpados.

«El libro del frío, de Antonio Gamoneda (Ed. Galaxia Gutenberg)», por Luis Artigue

Por LUIS ARTIGUE
[Artículo publicado en El Taquígrafo, el 9 de enero de 2023)

La noche, como las calles estrechas, promueve el amor y la delincuencia en la misma medida.

De modo semejante, el frío (ahora que estoy en León “en una casa que estuvo dedicada a la labranza y a la muerte” y celebrando familiarmente, familiarmente pero sin mi madre ya muerta, la Navidad, o celebrando lo que en la Navidad hay de sagrado, de la magia de lo repetido, y, por decirlo con T. S. Elliot, de la importancia que para la civilización tienen las formas), he de decir que, en invierno, el universal frío de León es un atávico generador de poesía.

Y lo es no sólo porque el frío constituye una eterna invitación al recogimiento, y al intimismo, y al reconocimiento tácito de que “bajo las águilas silenciosas la inmensidad carece de significado”. También porque tal frío promueve la adicción a los abrazos y al orujo en la misma medida…

“He llegado, por fin; éste no es mi lugar pero he llegado”.

Y sí, el frío de León ahuyenta a los exhibicionistas como bien nos enseña el recién reeditado Libro del frío de Antonio Gamoneda (Ed. Galaxia Gutenberg).

De hecho aquí soy hoy “el vigilante de la nieve” por eso; porque el universal frío de León hace de nuestra piel corteza de roble; este frío duro y vivificante que convierte a los niños en hombres y a las heridas en cicatrices, el cual me hace confesar que –por decirlo con el título de otro hermoso poemario de Julio Llamazares– son “memoria de la nieve” mis raíces, mi infancia y toda mi adolescencia. Y por eso, ahora, en Navidad, hace un frío que pela porque se te echa mucho de menos, vieja, y necesito mucho por tanto la poesía para que te regrese (gracias, oh Antonio Gamoneda, capitán, mi capitán)…

¡Cuando la nieve empezó a cuajar tú apareciste!

Gracias a este lírico frío reconozco que, como por influencia eterna del Libro del frío  de Antonio Gamoneda (en la reedición de la editorial Galaxia Gutemberg el libro es el mismo de otras veces, no está rescrito ni retocado tal y como este autor acostumbra en cada redición de su obra, sí, es el mismo de otras navidades, pero no te pierdas el iluminador prólogo del estudioso Tomás Sánchez Santiago), a veces el mundo interior y el mundo exterior se reúnen dentro de mí y se hacen poesía: todo para celebrar con gratitud eterna la ausencia latente de mi madre en esta casa y esta calle en la que “una vecina lava la ropa fúnebre, y sus brazos son blancos entre la noche y el agua”.

Y es que la poesía (me refiero a la poesía vivísima que, como la ideología, llena las calles de violencia y conciencia) tiene como uno de sus principios precisamente ése: un ser humano perdido en los misterios de su cuerpo es el poeta; un ser humano a la intemperie haciendo frente al frío de la existencia al propiciar con su escritura la reunión de las conciencias y el no menos decisivo encuentro de los cuerpos “y su gemido entre los restos de la música”…

Gamoneda en Diario de León: «Reescribiré todo lo que pueda»

Por PACHO RODRÍGUEZ
Publicado en Diario de León el 20 de diciembre de 2022

Hay una reunión en León tan secreta que sus participantes, conscientes de ello, la hacen sin esconderse, a la vista de todos, de día y al calor del vino de la lucidez. Como un reincidente, se trata de ir con complejo de intruso, como aquella vez al Café Gijón a ver a Manuel Vicent tal cual se saluda a un delantero centro de la literatura. Pero esa es otra historia. ¿Quién no lo ha hecho cuando la magia de leer a alguien es un arrebato? Hay veces que sería pecado no pecar y hay que ir. Aquí, el delantero centro con olfato goleador y saboreador es el poeta Gamoneda. Controla y dispara con precisión. Se entra por la rendija de la generosidad de los demás participantes y se llega al lugar exacto. Ahí están Antonio Gamoneda y Alejandro Vargas. Solos o en compañía de otros.

Libro del frío cumple 30 años y Galaxia Gutenberg lo celebra con una reedición acompañada por un prólogo de Tomás Sánchez Santiago. Y ahí están los versos eternos de este libro clave en la trayectoria del poeta nacido en Oviedo en 1931. Deslumbrantes: Hubo un tiempo en que mis únicas pasiones eran la pobreza y la lluvia. / Ahora advierto la pureza de los límites y mi pasión no existiría si supiese su nombre.

Cumple años este libro en estos tiempos en los que si lo que ha pasado no ocurrió hace 30 es que pasó antes. Pero hay en Gamoneda algo que avanza desde el matiz. Presenta Galaxia la nueva publicación: Libro del frío. Y localiza el tiempo: 1986-1992, 1998, 2004 y 2016. Y surge entonces un Antonio Gamoneda que, ante la pregunta de cómo recordaba el libro, ayer mismo decía: «Yo no he sido de releerme. Pero ahora estoy empezando a releerme. Releerme para reescribirme», anuncia. «Y aunque no tenga ninguna prisa por irme, os voy a dejar un barullo…», remata. «Que casi no se sepa por dónde tirar», sentencia.

Como eche la vista (en este caso la lectura) atrás, hay material de tanta potencia que le resultará fácil acertar pero difícil elegir. Aún así, asegura Gamoneda que «reescribiré todo lo que pueda. Inédito, escrito y reescrito», añade, como si deseara ejercer una mirada panorámica en donde se intuye que más que un reordenar su obra se trata de alcanzar la coherencia del tiempo y el yo.

Porque cuestiona el autor de Edad, Sublevación Inmóvil o Blues castellano: «¿Qué tienes que ver con el que eras hace 35 años? ¿Por qué exigirle a tus obras lo que no eres capaz de sostener cuando el tiempo ha pasado?», se pregunta y, por supuesto, la respuesta queda en el viento de la propia intención de Antonio Gamoneda como cosa suya. Asunto suyo será: «Yo he dejado de ser yo y empezado a ser otro tantas veces…», asegura.

Tal vez, cuestionar el porvenir tenga en el pasado la mejor materia prima, pero en el caso del Antonio Gamoneda vital, el de ayer, la mejor fórmula está en el presente. Porque no olvidemos que esto era una reunión secreta a voces calmadas. Vega, Escobar, Amancio, Artigue… artífices también de esta fusión generacional. Un lugar privado para aprender cosas serias: «El orden es este: El vigilante de la nieve, la tortilla y el taxi». Será cuestión de poner en su lugar las prioridades para encontrar a día de hoy a un pletórico poeta Antonio Gamoneda en su edad. Presentarlo así con el optimismo de quien cultiva la curiosidad y la amistad. Un premio Cervantes, el más alto de las letras españolas, que aún prefiere la alfombra real de las calles de León.

:: En palabras de Sánchez Santiago

‘Esto era el destino: llegar al borde y tener miedo de la quietud del agua’. Destino, borde, quietud… A la creciente perturbación de una lectura sostenida en un itinerario de dolorosa vehemencia se une, seguramente sin sospecharlo el poeta, una de difícil serenidad que también ha de empañar a quien ha sentido mientras leía una de esas experiencias que nos revelan a la vez nuestra fragilidad insoportable y la fortaleza que pasa por aceptarnos irremediablemente como criaturas intermedias, suspendidas entre el absoluto de dos vacíos sin nombre. Así volví a sentirme treinta años después, restregado el corazón de nuevo contra este relato nebuloso y atroz y de erizada hermosura que es ‘Libro del frío’. En él, alguien sigue avanzando con sigilo hacia una luz final sin desprenderse de aquello que en la vida le salió al paso y aún continúa resonando con interior estrépito incesante.

«Lo que queda», una reseña de ‘Esta luz’, por Juan Manuel Díaz de Guereñu (2005)

Haz un click en la imagen para leer entera la reseña de Juan Manuel Díaz de Guereñu del libro «Esta luz. Poesía reunida 1947-2004», de Antonio Gamoneda, publicada en Revista de Libros el 1 de julio de 2005.

«¿Placer sin esperanza?», una reseña de la antología ‘Solo luz’, por Miguel Casado (2000)

Haz un click en la imagen para leer entera la reseña de Miguel Casado del libro «Solo luz (Antología poética 1947-1998)», de Antonio Gamoneda, publicada en Revista de Libros el 1 de noviembre de 2000.

D. Mendoza reseña «Esta luz», de Gamoneda, en La Razón (2019)

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Antonio Gamoneda, un poeta presente

Se publica el segundo volumen de su poesía reunida, escrita a partir de 2004 y hasta la actualidad, y en el que se incluye también un libro inédito, «Las venas comunales»

Por D. MENDOZA
Publicado en La Razón, 10-09-2019

Han pasado quince años desde que Galaxia Gutenberg publicara el primer volumen de la poesía reunida de Antonio Gamoneda. Pero en esa década y media, el poeta de Oviedo no estuvo quieto. Se siguió enfrentando a la página hasta sumar setenta años de creación. «Inevitablemente, y en contra de mi voluntad, este es un libro casi testamentario», asegura Gamoneda. Aunque la verdad es que el tomo es más que una recopilación, no solo porque incluye un poemario inédito titulado «Las venas comunales», sino porque todos los textos que allí se reúnen –»El libro de los venenos», «Canción errónea», La prisión transparente»y «No sé», entre otros– han sido revisados por el autor, quien los sometió a un proceso de reescritura.

En ese sentido, Miguel Casado, crítico y gran estudioso de Gamoneda, que además escribe el epílogo de «Esta luz», asegura: «Nuestro mayor poeta es un poeta en presente». Se refiere a que las modificaciones que el poeta ha hecho a sus textos abren la puerta a nuevas lectura de los textos y del propio autor «como heredero de su escritura, comparado y enfrentado a ella».

Casado habla de la de Gamoneda como «una obra que se mantiene en conflicto consigo misma y en constante ebullición». El autor lo expresa de este modo: «Incluso cuando un poema aparentemente ha terminado, yo necesito que siga vivo. Mi voluntad de reescritura coincide con ese deseo de que el poema no sea una piedra tallada para siempre –aunque tenga un libro titulado «Lápidas»– sino que pueda corresponderse con mi vida«.

Esa vida que también está relatando en prosa en la segunda parte de sus memorias, que publicará igualmente Galaxia Gutenberg bajo el título «La pobreza». Aunque aún no se ha desvelado la fecha exacta, el poeta afirma que «están al caer». También asegura que entre la poesía y la escritura de sus memorias existe cierta comunicación, «préstamos recíprocos», en sus palabras.

A pesar de su mente evidentemente lúcida, Gamoneda no quiso extenderse en reflexiones sobre su obra: «Dios me libre de querer ser yo quien interprete mi propia poesía –afirmó con una sonrisa–. Yo me entero de lo que quiero decir, y no del todo, cuando me lo dicen las palabras ya escritas».

Toma frente a su obra la posición ya esbozada en «No sé» (2014), de la que escribe en la introducción a este nuevo tomo: «Cabría entender su título como un «mantra» que se reitera en la invocación de la extrañeza experimentada ante circunstancias existenciales y ante el propio hecho de existir y saberlo».

Como afirma Casado, Gamoneda existe aún en el panorama literario Iberoamericano, y no ya como un gran poeta de otra generación, sino como el gran poeta de esta.

Reseña de «La prisión transparente», por Santos Domínguez (2017)

La prisión transparente
Antonio Gamoneda
Vaso Roto. Madrid, 2016

Por SANTOS DOMÍNGUEZ
Publicada en Encuentros de lecturas 3/2/2017

«Estoy cansado  /…/ Estoy / muy cansado», escribe Antonio Gamoneda al principio y al final de La prisión transparente, el primero de los tres libros que, junto con No sé y Mudanzas, integran el volumen que publica Vaso Roto.

Un volumen que toma título de ese primer poema, que abre una serie poética homogénea en su tonalidad que aborda, como explica Gamoneda en su introducción ‘Confidencias y avisos’, “las posibilidades poéticas de un lenguaje extraviado” y el carácter transitorio de la vida.

No sé –que se convertirá también en el título de la segunda serie– es la frase que se va repitiendo para articular, entre el extravío y la fábula, ese primer libro, La prisión transparente, una metáfora que resume la mirada del poeta sobre sí mismo. Aquí lo sombrío, la desolación, las preguntas inútiles y las contradicciones de la “certidumbre vacía” marcan el sentido de una aproximación insegura a la realidad del mundo y de la propia conciencia, que va y viene del recuerdo al olvido, de la fugacidad del ser a la eternidad del no ser, del saber al no saber.

Un no saber que se convierte en el eje del segundo libro –No sé–, cuyas palabras despojadas, entre lo interrogativo y la negación, tienen mucho de despedida. A través de una sucesión de potentes imágenes visionarias sobre la disolución de la identidad en el tiempo, sus versos proyectan una mirada sobre los residuos y los restos del ser y la memoria. Una despedida que se cierra así:

La tercera serie, Mudanzas, retoma y desarrolla la sección que con el mismo título cerraba la edición de la poesía reunida de Antonio Gamoneda en Esta luz, que publicó Galaxia Gutenberg en 2004.

Se recogían allí un conjunto de textos escritos entre 1961 y 2003 que tenían como base  poemas o textos ajenos –de Trakl, Mallarmé, Plinio, Dioscórides y otros, a los que ahora  se añaden los cantos del rey Nezahualcóyotl y Herberto Helder– asumidos para construir a partir de ellos un poema nuevo.

Un reconocimiento de afinidades y analogías, una apropiación poética en la que Gamoneda tiene como modelo al poeta portugués Heberto Helder en un ejercicio de reescritura de textos ajenos que ya había practicado con la ‘Herodías’ de Mallarmé, con ‘La canción del solitario’ y ‘Sueño y locura’ de Trakl o con Dioscórides en el Libro de los venenos. 

→ Más reseñas de libros de Gamoneda, por Santos Domínguez, AQUÍ

«La pobreza», de Antonio Gamoneda, en El Bierzo Digital

Por ALFONSO DEL RÍO SÁNCHEZ
Publicado en El Bierzo Digital, el 3 de abril 2020

El esperado segundo volumen  de sus memorias ya está en todas las librerías. El prestigioso Premio Cervantes 2006, Antonio Gamoneda, escribe “La Pobreza” y que edita Galaxia Gutenberg. Aunque asturiano de nacimiento allá por el año 1931, nació en Oviedo, pero 3 años después se trasladó a León, donde comparte desde hace más de 60 años su vida con su esposa Angelines y sigue escribiendo, leyendo y viendo pasar los años y la vida desde la atalaya de su estudio.

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Un ensayo de Juan José Lanz sobre ‘La prisión transparente’, de Gamoneda, y la poesía del pensamiento

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«Pensamiento que canta». La prisión transparente (2016), de Antonio Gamoneda, y la poesía del pensamiento.
HispanismeS nº 13, 2019

Un trabajo de investigación de:
Juan José Lanz

Diego Medrano reseña «La pobreza», de Gamoneda, en El Imparcial

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Una reseña de «La pobreza» (Galaxia Gutenberg, 2020), el segundo tomo de memorias de ANTONIO GAMONEDA, escrita por DIEGO MEDRANO y publicada en el diario El Imparcial, el martes 25 de febrero de 2020.

Librería Letras Corsarias (Salamanca): ‘La pobreza’, de Gamoneda, libro de la semana

Librería Letras Corsarias (Salamanca), haz un click…

NC#208: La buena memoria

«Si algún día escribimos unas memorias, nos gustaría que nos salieran tan bien hechas como las de Antonio Gamoneda. ‘La pobreza’ es nuestro libro de la semana»

Librería Letras Corsarias. Salamanca.

Si algo hemos aprendido con las lecturas de esta semana es que la memoria es un ejercicio complejo, a veces doloroso. Mientras leíamos con gozo La pobreza, la continuación de la escritura de sus recuerdos que Antonio Gamoneda comenzó con Un armario lleno de sombra, el Ayuntamiento de Madrid decidía que sobraban versos de Miguel Hernández en un memorial a los represaliados construido en el cementerio de La Almudena. Gesto que se añadía a borrar de allí sus nombres grabados en piedra. Decía Gamoneda en una entrevista que la poesía no puede cambiar el mundo, pero intensifica la conciencia y que eso sí puede actuar sobre las circunstancias. Borrarla parece un gesto de mala conciencia o de ausencia de ella.

Gamoneda siempre insiste en que la poesía no es literatura, y hace tiempo que nos convenció esa idea. Esta semana hemos publicado un artículo sobre esa capacidad de lo literario para imaginar mundos distintos, centrándonos en las escritoras de ciencia ficción. (…) Échale un vistazo: Las mil hermanas de Ursula. (…)

El libro de la semana

Si algún día escribimos unas memorias, nos gustaría que fueran como éstas. Antonio Gamoneda hace un ejercicio al enfrentarse a su pasado que nos parece admirable: dudar. Duda sobre qué poner o qué quitar, sobre la capacidad misma de la escritura para reflejar lo vivido. “Qué era aquello, qué era?”. Una pregunta para cerrar un libro en el que nos hace cómplices del proceso de recordar, nos deja entrar a la trastienda de su presente –los achaques, los viajes, los primeros platos y los segundos– para trasladarnos a aquella época en la que siendo un chaval de catorce años empezó a trabajar doce horas diarias como meritorio en el Banco Mercantil, la posguerra pura y dura en la ciudad de León, que podría ser la nuestra.

Antonio fue un niño pobre de familia pobre, y como poeta habitó en el silencio de antologías y galas. Mientras otros de su generación seguían el camino derecho, el tuvo que tomar el de la supervivencia. Se censuró su Blues castellano y primero dejó de escribir y luego dejó de publicar, pero su obra finalmente se abrió el camino que merecía. Pero aquí habla poco de su carrera como escritor, el foco está puesto en sobreponer sobre la deslavada trama gris de la vida diaria –vigilancia, miedo, escasez, desprecio por la cultura: una España de curas, militares y “almirantazos”– un mapa de afectos y una conciencia nada heroica de resistencia personal. Lo cuenta como si ya nada importara demasiado. Capaz de ironizar con uno de los sentidos del humor más finos que conocemos, capaz de hurgar en la herida del dolor por las pérdidas. Es un libro en el que muere mucha gente. Se titula La pobreza y lo hemos disfrutado mucho.

Más lecturas

MEMORIA Y FOTOGRAFÍA. “Si logramos hacer de cada página nuestra un hecho, poco importará luego si la escribimos al cabo de quince años o de setenta y cinco”, escribe Mircea Eliade en Oceanografía, un libro que nos ha recordado al tono de Gamoneda ante la obra y la vida. Eliade es una autoridad en el estudio de lo simbólico y en estos textos, apuntes como de cuaderno, son una auténtica delicia: reflexiones sobre la amistad, la juventud, la vejez, el amor, la literatura. También nos han recordado al tono de Adam Zagajewski en Una leve exageración. Nos encantan este tipo de libros que siempre dan mucho más de lo que parece. (…)

César Iglesias reseña «Esta luz» en La Nueva España (2019)

Ildefonso Rodríguez, Antonio Gamoneda, César Iglesias y Avelino Fierro, en la Trébede (León), el 29-01-2020. / Foto: Javier Casares.

[Reseña de César Iglesias publicada el pasado 19 de diciembre de 2019 en el suplemento Cultura del diario asturiano La Nueva España]

Esta luz. Poesía reunida (1947-2019)
Antonio Gamoneda
Galaxia Gutenberg, 2019
Volumen 1, 670 páginas, 29,50 euros
Volumen 2, 508 páginas, 21,90 euros

Gamoneda, poeta en pijama

El Premio Cervantes asturleonés ultima La pobreza, segundo tomo de sus memorias, y afirma que su poesía está “en la perspectiva de la muerte”

Por CÉSAR IGLESIAS

“Cuando yo tenía catorce años,/ me hacían trabajar hasta muy tarde”. Quien escribió esto ha cumplido ya 88 y su jornada laboral se prolonga en noches de café, picadura de tabaco y la luz blanca de un ordenador, idéntica a la de la catedral de León que custodia su vigilia creativa. El responsable de esas palabras es Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931), aquel adolescente proletario que madrugaba para encender la calefacción de una oficina bancaria de posguerra. Ahora no madruga, pero persevera en cumplir con la tarea de ser el guardián de nuestras pesadumbres y alumbrar algunos bálsamos, ciertas certezas. 

La productividad creativa de este Premio Cervantes se ha materializado en la nueva edición de Esta luz (Galaxia Gutenberg, 2019), al cuidado del poeta, ensayista y traductor gijonés Jordi Doce. Lo ha hecho con la incorporación del Libro de los venenos, una singular recreación de un tratado médico y botánico del griego Dioscórides vertido al castellano por Andrés Laguna, nuevas versiones de textos de diferentes autores, los volúmenes publicados en los últimos tres lustros (Canción errónea, La prisión trasparente y No sé) y Las venas comunales, un libro que comparte la naturaleza de inédito con otros tres largos poemas. Cierra el segundo tomo un epílogo de nueva planta ensayística de Miguel Casado, profesor y poeta, sin duda el lector que mejor ha sabido explorar los abismos gamonedianos. Estas 1.178 páginas son el legado de un hombre que asumió la obligación de certificar en primera persona las líneas del sufrimiento universal y trazó con su letra afilada la cartografía de “una hermandad sin esperanzas”. 

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Ernesto Escapa sobre ‘Descripción de la mentira’ de Gamoneda / «Crónica de un estrago moral» (1978)

Reseña de ‘Descripción de la mentira’ de Ernesto Escapa, publicada en 1978.

«DESCRIPCIÓN DE LA MENTIRA», DE ANTONIO GAMONEDA

CRÓNICA DE UN ESTRAGO MORAL

Por ERNESTO ESCAPA
[Artículo-reseña publicado en la pág. 4 de INFORMACIONES de las ARTES y las LETRAS, el 5 de octubre de 1978]

«¿Recordáis a Don Quijote vencido, camino de su aldea, cuando, durmiendo en el campo, una piara de cerdos le pasa por encima? Nunca busco en Don Quijote más de lo que Cervantes dice; pero, a pesar mío, veo ahí una imagen de lo que con el poeta hacen los críticos». (Luis Cernuda)

Ernesto Escapa.

A nadie puede extrañar que mi comentario se inicie con una señal de alerta hacia el descuido con que la crítica ha dejado pasar este libro auténticamente excepcional. Ya se entiende que esta circunstancia no constituye ninguna condena, sino el mejor aval para acercarse a cualquier lectura realmente «nueva». En este sentido, la historia de la literatura es una dama lo suficientemente vetusta como para ahorrarnos mayores explicaciones. En todo caso, y aunque la cuestión no deje de ser puramente doméstica, ofrece evidente interés semejante puntualización, porque la razón última de ese descuido radica en la propia condición innovadora del libro. Se trata de un vasto poema cuya originalidad pone en entredicho al intermediario habitual y exige del crítico una lectura activa, sin anteojeras, una respuesta de lector inquieto. ¡Algo tan difícil!

Descripción de la mentira*  se instala, con voluntad de transgresión, en las siempre inciertas fronteras entre la lírica y la épica. Integrado en esta corriente —galvanizadora, de una parte, de la mejor poesía contemporánea e insólita entre nosotros, fuera de las tentativas de Cernuda—, cuyas indagaciones pugnan por establecer un nuevo formato de poesía narrativa, el libro de Gamoneda se revela como testimonio de una perplejidad colectiva, vehiculando, en toda su diversidad y riqueza, algunas de las conjeturas morales más acuciantes de nuestro tiempo.

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La primera reseña de «Sublevación inmóvil» de Gamoneda se publicó en Brasil en 1962

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Recorte con la reseña publicada en Diario Popular de São Paulo (Brasil) el 29 de enero de 1962.

Sublevación inmóvil (escrito entre 1953-1959) está considerado como el primer libro publicado por Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931) —aunque un libro juvenil, La tierra y los labios, ya hubiera visto la luz en 1949 en la colección “Verbo”, de Alicante—.

Con esta obra, el poeta quedó finalista del premio Adonais —junto a Enemigo íntimo, de Antonio Gala; mientras que el premio lo obtuvo Francisco Brines con Las brasas—. La primera edición, editada por la colección Adonáis en 1960, estaba formada por 26 poemas. 

Gamoneda recordaba que la primera reseña del libro no salió publicada en España, sino en un diario de Brasil. En su día, no sabe cómo, Victoriano Crémer tuvo noticia de ella, y le hizo llegar el recorte, que el poeta guardó entre sus muchos papeles, y allí permaneció olvidada, hasta hoy. La reseña, que reproducimos sobre estas líneas, apareció hace unos días ordenando carpetas en su estudio.

La anotación manuscrita al margen dice:

M. LIMA SOUSA – DIARIO POPULAR – 29/1/62 – SÃO PAULO