Poemas de Gamoneda

21 de marzo 2024 / Día Mundial de la Poesía

 

«En tus labios se forman palabras desconocidas

y lo invisible gira en torno a ti suavemente.»

Antonio Gamoneda
(Del libro Cecilia)

«Un labrador duda en la oscuridad», poema del libro «Amor agrario» de Gamoneda (2023)

Ficha del libro:

AMOR AGRARIO. Paisajes para la esperanza
ANTONIO GAMONEDA
Edita: Ayuntamiento de Gordoncillo.
Edición conmemorativa del Premio Semilla de Oro 2023.
DL: LE 235-2023

Un poema de «Arden las pérdidas» (2003)

Va a amanecer sobre las cárceles y las tumbas.

Me mira la cabeza torturada: su

marfil arde como un relámpago cautivo.


ANTONIO GAMONEDA
[Del libro ‘Arden las pérdidas’ (Tusquets, 2003, pág. 81)]

‘Jardines’, un poema de Gamoneda en el nº 7 de la revista ‘Paraíso’ (2011)

[Poema publicado en la página 54 del nº 7 (2011) de la revista de poesía «Paraíso», coeditada por la Diputación de Jaén y la Universidad de Jaén]

«Grandes, inútiles preguntas», un poema de Antonio Gamoneda

~

Poema de Antonio Gamoneda publicado en la revista Letras Libres en 2002.

«Amor Agrario. Paisajes para la esperanza» (Gordoncillo, 2023), un libro conmemorativo de Antonio Gamoneda

Marcapáginas y cubierta de ‘Amor Agrario’, de Antonio Gamoneda.

Ficha del libro:

AMOR AGRARIO. Paisajes para la esperanza, de Antonio Gamoneda.
Edita: Ayuntamiento de Gordoncillo.
Edición conmemorativa del Premio Semilla de Oro 2023.
DL: LE 235-2023

Primer poema del libro de Antonio Gamoneda «Amor Agrario’.

«[Sobre excremento de rebaños…]», un poema de ‘Libro del frío’, de Gamoneda

Un cuadro «S/T 2022» del pintor leonés Juan Rafael.

:: Un poema de ‘Libro del frío’

Sobre excremento de rebaños, subo y me acuesto bajo
los robles musicales.

Cruzan palomas blancas entre mi cuerpo y el crepúsculo,
cesa el viento y las sombras son húmedas.

Hierba de soledad, palomas negras: he llegado, por fin;
este no es mi lugar, pero he llegado.

ANTONIO GAMONEDA
(De Libro del frío)

«Conozco al pájaro verdugo…», un poema del libro ‘Arden las pérdidas’ de Gamoneda

Antonio Gamoneda recita el poema «Conozco al pájaro verdugo…», del libro Arden las pérdidas (Tusquets, 2003)

Créditos del vídeo:
First published in ‘Brandend Verlies’, Uitgeverij P, Leuven, 2009
Translation © Robin Myers, 2010
First published on PIW, 2010
Produced by Beeldrecensies for Poetry International Web, 2010.
Filmed at the Poetry International Festival, Rotterdam, June 2010.

Amelia Gamoneda lee poemas de Antonio Gamoneda sobre los «Papiers» de Jean-Louis Fauthoux (2010)

Haz un click…

Amelia Gamoneda lee 12 poemas de su padre, el gran poeta español Antonio Gamoneda, sobre los «Papiers» de Jean-Louis Fauthoux, con motivo de la exposición del artista francés en el Salon du Livre de Pau en noviembre de 2010.

Écrire un mouvement – Thierry Escarmant / Antonio Gamoneda – De L’impossibilité (2010)

Créditos del vídeo:
Poésie / Musique live / Danse
(Texte bilingue Français/Espagnol)
Pour 4 voix dont une au chant, un guitariste, un saxophoniste et une danseuse.

Conception, Mise en scène et Chorégraphie : Thierry Escarmant / Texte : Fanny Avram, Léone Cats et Charley Rose / Danse : Léone Cats / Composition & Interprétation musicales : Ryan Kernoa (Guitare), Frédéric Jouanlong (Voix), Charley Rose (Saxophone) / Habillage & Sonorisation : Stéphan Krieger (AmanitaRecords) / Scénographie et Lumières : Thierry Escarmant / Captation et Montage vidéo : Marie Trolliet et Fabien Bouillaud / / Mixage audio : Benoît Courribet

Filmé le 8 Février 2010 au Grand T à Nantes (Scène Conventionnée Loire-Atlantique). En collaboration avec Le Centre Culturel Franco-Espagnol de Nantes et La Maison de la Poésie de Nantes

Gamoneda lee el poema «Un animal oculto en el crepúsculo…» (Festival de Rotterdam, 2010)

Antonio Gamoneda recita el poema «Un animal oculto en el crepúsculo», del libro Arden las pérdidas (Tusquets, 2003).

Créditos del vídeo:
First published in Arden las perdidas, Tusquets, Barcelona, 2003.
Translation © Robin Myers, 2010.
First published on PIW.
Produced by Beeldrecensies for Poetry International Web, 2010.
Filmed at the Poetry International Festival, Rotterdam, June 2010.

‘Blues del cementerio’, un poema de Gamoneda en la revista Zenda

Haz un click para ir a Zenda…

Blues del cementerio,
un poema de Antonio Gamoneda

Conozco un pueblo —no lo olvidaré—
que tiene un cementerio demasiado grande.
Hay en mi tierra un pueblo sin ventura
porque el cementerio es demasiado grande.
Sólo hay cuarenta almas en el pueblo.
No sé para qué tanto cementerio.

Cierto año la gente empezó a irse
y en muchas casas no quedaba nadie.
El año que la gente empezó a irse
en muchas casas no quedaba nadie.
Se llevaban los hijos y las camas.
Tenían que matar los animales.

El cementerio ya no tiene puertas
y allí entran y salen las gallinas.
El cementerio ya no tiene puertas
y salen al camino las ortigas.
Parece que saliera el cementerio
a los huertos y a las calles vacías.

Conozco un pueblo. No lo olvidaré.
Ay, en mi tierra sin ventura,
no olvidaré a mi pueblo.

¡Qué mala cosa es haber hecho
un cementerio demasiado grande!

[«Abuelo, respiras como un pájaro viejo y…»], un poema de «Canción errónea» (2012)

Pintura del artista leonés Juan Rafael.

~

[«Abuelo, respiras como un pájaro viejo y…]

«Abuelo, respiras como un pájaro viejo y hueles como las flores corrompidas. ¿Por qué

conservas en ti tantas lágrimas?»

Cecilia no me habla así con su lengua rosada, tan parecida a la de las viborillas azules que inoculan un insomnio feliz.

Cecilia me piensa levemente; ignora que yo he entrado en su pensamiento y hasta lo precedo,

pero Cecilia tiene razón: yo soy, sin duda,

un pájaro cansado.

Sí, estoy cansado y desconozco o desprecio cuanto pueda luminoso a no ser sus miradas.

Cuando se acabe mi cansancio, Cecilia dejará de advertir el olor de las flores corrompidas.

ANTONIO GAMONEDA.
Del libro Canción errónea, Tusquets, 2012.

«El animal perfecto es feliz…», un poema de Gamoneda en ‘La esquina interior’ (2005)

Este poema de Antonio Gamoneda, perteneciente a Libro del frío, se publicó en La esquina interior (Pliegos malagueños de poesía), nº 5, 2005, con una ilustración de Lourdes Murillo en la portada:

Olga Rodríguez / Poesía en Bagdad (Antonio Gamoneda y Faik Husein)


[Nota: Reproducimos algunos fragmentos del libro Aquí Bagdad. Crónica de una guerra (Velecio Editores, 2004), escrito por la periodista Olga Rodríguez Francisco (León, 1975), que fue corresponsal de la SER en Bagdad en 2003, durante la guerra contra Irak. Están extraídos de las págs. 274-278, donde se cuenta cómo se sentía la periodista tras la entrada de las tropas estadounidenses en la capital iraquí, las mismas tropas que habían disparado contra el Hotel Palestina provocando la muerte del periodista ucraniano Taras Protsyuk y del reportero gráfico español José Couso.]

«(…) Por la noche, a modo de despedida, nos reunimos en la habitación 503. Pusimos música y bailamos, y cuando lo hicimos nos dimos cuenta de que desde la muerte de Couso, no habíamos escuchado ningún disco, ninguna de esas melodías que nos acunaron durante los bombardeos.

(…) Decidí quedarme más semanas tras la entrada de los estadounidenses porque necesitaba contar lo que estaba ocurriendo: los saqueos, las carencias de la población civil, la pasividad de los americanos, la falta de seguridad. Permanecí más tiempo porque sentía aún una curiosidad extrema. Ansias de saber sobre muchos, de observar sus cambios, y de asegurarme de que estaban bien.

(…) Alguien advirtió de que se hacía tarde. Todos corrieron hacia sus vehículos, bajaron las ventanillas para decir adiós con las manos y desaparecieron. Me quedé apoyada en una columna del hall del hotel mirando el polvo que había dejado el convoy a su paso. Sonó un estruendo. Una explosión. Bagdad seguía sangrando y quienes nos habíamos quedado nos sentimos más solos. A partir de ese día, cada vez que me encontraba con algún periodista que había estado durante la guerra, nos abrazábamos aunque nunca hasta entonces hubiéramos cruzado una palabra.

Me dirigí nuevamente hacia mi habitación diciéndome que Irak seguía ahí a pesar de todo. Tenía que entrar en directo en la radio, como siempre, y tratar de observar y analizar lo que ocurría en la capital del país. La posguerra fluía, contemplada por cada vez menos testigos occidentales. Se habían ido muchos y todavía no habían llegado todos sus relevos. Ese pensamiento era lo único que me daba fuerzas para creer que mi estancia era útil, porque me encontraba en un momento en el que sólo la creencia en la solidaridad me empujaba a seguir adelante. Comenzó una nueva etapa, ya sin casi amigos corresponsales en Bagdad. Telefoneé a mi madre. Sonaban disparos cerca del hotel. Sentí saturación y asfixia ante el sufrimiento propio y ajeno. Pedí a mi madre que me leyera algo.

—Poesía —le dije. Sabía que tenía libros a mano.

De brasas son los ríos.
De escamas son las palabras.
Mi señora, te traemos Bagdad como un ataúd,
arrebatamos para ti los espejos y el incienso de
Sumeria.
Duerme, mi señora.

Era un libro de Faik Husein. Después abrió uno de Antonio Gamoneda:

—La que calla y desprecia, la que extiende
las mantas, la madera, los sudarios
sobre la vida; la que entiende el gesto
de los que existen y no hablan;
ésta que advierte y sigue con sus manos grandes
el movimiento de la tierra y fija
el rostro de la luz, ésta es la vieja
madre del miedo, la que espera y calla

Siguió y terminó leyéndome versos de una recopilación de poesía africana:

—Duérmete mi niño y no llores.
Te traeré un sapo
de nuestra granja de Awututu.
Duérmete mi niño y no llores.

Sentí cada verso como una caricia. Encontré en esos poemas la sensación que buscaba. Me ayudaron a recordar que no todo es la angustia que padecía Bagdad. Hubo algunas poesías más. Al final, nos reímos y después yo me sentí mucho mejor. (…)