
Esta viñeta con la firma del dibujante leonés Lolo se publicó en el periódico EL MUNDO – LA CRÓNICA DE LEÓN el 1 de diciembre de 2006, nada más conocerse la noticia de que Antonio Gamoneda había sido reconocido con el Premio Cervantes 2006.

Esta viñeta con la firma del dibujante leonés Lolo se publicó en el periódico EL MUNDO – LA CRÓNICA DE LEÓN el 1 de diciembre de 2006, nada más conocerse la noticia de que Antonio Gamoneda había sido reconocido con el Premio Cervantes 2006.

«La realidad en polvo”, un artículo de Juan José Millás publicado en la revista Vogue, junio 1998.
«(…) De todos modos, hay que admitir que para rumiar los versos de Gamoneda con provecho uno tiene que tener una dentadura mental en buen estado, pues si no los masticas bien, la digestión resulta pesadísima, lo mismo que pasa con Shakespeare, Góngora o Lope de Vega. Incluso con Rubén Darío, que algunos creen que es un poeta de régimen, sin colesterol. (…)».
Juan José Millás
(«La realidad en polvo”, Vogue, junio 1998)

En Casa Benito, en la Plaza Mayor de León, el jueves 17 de octubre de 2024.
A las ocho del día en febrero
aún es de noche.
Subimos a este tren algunos hombres
por motivos diversos.
No hay aún luz en los vagones, sólo
oscuridad y aliento.
No nos vemos los rostros pero sentimos
la compañía y el silencio.
En el andén estalla la campana.
Nos sobresalta la crueldad de un silbido.
El tren arranca. Todo vuelve
a su antiguo sentido.
Nos dan la luz amarillenta y floja.
Salimos
de la oscuridad como del sueño:
torpemente vivos.
Y ahora empezaremos a mirarnos
como hombres distintos:
amaríamos a éste, pero a aquél
nunca le amaríamos.
Sin embargo, la luz debiera ser
quien nos hiciese amigos.
Éste es un tren de campesinos viejos
y de mineros jóvenes.
Se ve algo que une
más que la sangre y la amistad.
Es una cosa del cuerpo y del alma.
Es grande y dolorosa.
Pero se está haciendo de día.
Ahora ya se puede ver la tierra
oscura bajo el hielo. Es
hermosa la tierra en febrero.
Vemos los montes todavía en sombra,
los robles, del mismo color del monte,
la yerba vieja sepultada en escarcha
y, sobre lomas, las tierras de trabajo:
cada surco endurecido por el río
como la resistencia de los pobres.
Rectos y oscuros, los chopos
llenan de serenidad las riberas
y, cerca de ellos, bajo el pueblo, el río
desciende azul y lleno de soledad.
Cruzan los pueblos de sonido humilde
—Pardavé, Pedrún, Matueca—;
las casas montan las paredes tristes
sobre el espacio de las huertas;
vemos las calles en silencio, vemos
la iglesia muda y las cerradas puertas.
Esto es un pueblo; se construye a base
de paciencia y tierra.
Cuando bajo del tren, siento frío
en medio de tanta verdad,
y ya entiendo, sin pensar, muchas cosas.
Comprendo, por ejemplo,
la belleza de España.
España es también una tierra,
pero una tierra sólo no es un país;
un país es la tierra y sus hombres.
Y un país sólo no es una patria;
una patria es, amigos, un país con justicia.
ANTONIO GAMONEDA
(Versión de 1960)
Reproducimos la «Introducción» que figura en las primeras páginas del libro ‘El agua en la poesía hispánica’ (León, Ed. Institución Fray Bernardino de Sahagún, 1972), así como el índice de poetas y poemas escogidos por Antonio Gamoneda para esta antología realizada con motivo del III Congreso Nacional de Comunidades de Regantes (que se celebró en León, del 1 al 4 de julio de 1972).



Acaba de ver la luz un nuevo libro del periodista y escritor leonés David Rubio: ‘León al pie de la letra’, editado por el diario La Nueva Crónica y el Ayuntamiento de León, en el que se recogen un total de doce rutas literarias por la ciudad.
Las rutas han sido trazadas a partir de obras y escritores relacionados con la capital leonesa, y Antonio Gamoneda protagoniza una de ellas, acompañado en el libro por la Pícara Justina, Luis Mateo Díez, Nativel Preciado, Antonio Pereira, Francisco Umbral, Juan Pedro Aparicio, Victoriano Crémer, José María Merino, Noemí Sabugal, Avelino Fierro, Francisco Pérez Herrero y Julio Llamazares.

Ilustración del interior del libro, obra de Rubén Cantón.
«La más poética de las miradas literarias que se han proyectado sobre la ciudad de León ha tenido como autor a Antonio Gamoneda. Nació en Oviedo en 1931 pero ha pasado toda su vida en León, donde ha escrito prácticamente toda su obra y cuya vida cultural ha contribuido a dinamizar, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX, época en la participó en la puesta en marcha de algunas de las infraestructuras que han hecho de la capital leonesa el referente cultural que es hoy».
Así arranca «El frío de los barrotes», el capítulo dedicado a Antonio Gamoneda, de quien David Rubio repasa su Antología poética, así como sus dos libros de memorias, Un armario lleno de sombra y La pobreza, para trazar el mapa biográfico, poético y sentimental del Premio Cervantes 2006 en la ciudad de León, con una ruta que comienza en la casa donde Gamoneda vivió en su infancia, recién llegado a León con su madre desde Oviedo, y en cuya fachada (el número 6 de la Avenida Doctor Fleming, en el barrio del Crucero) se pueden leer unos versos incluidos en el libro Lápidas:
“Sucedían cuerdas de prisioneros; hombres cargados de silencio y mantas. En aquel lado del Bernesga los contemplaban con amistad y miedo. Una mujer, agotada y hermosa, se acercaba con un serillo de naranjas; cada vez, la última naranja le quemaba las manos: siempre había más presos que naranjas.
Cruzaban bajo mis balcones y yo bajaba hasta los hierros cuyo frío no cesará en mi rostro. En largas cintas eran llevados a los puentes y ellos sentían la humedad del río antes de entrar en la tiniebla de San Marcos, en los tristes depósitos de mi ciudad avergonzada”.
A partir de ahí, la ruta prosigue por el antiguo Banco Mercantil, en el que Gamoneda empezó a trabajar nada más cumplir los 14 años, y continúa por la Estación de Matallana, la Catedral, la Sala Provincia (Instituto Leonés de Cultura) y la Librería Valderas… lugares que marcan distintos hitos en la biografía y la poesía del poeta astur-leonés.

La entrevista con Francisco Umbral apareció publicada, hace ya más de 40 años, en la guía semanal leonesa “2A” —nº 38, 20-27 de agosto de 1982—, y lleva la firma de Carlos Suárez (León, 1961), que entonces era estudiante de Ciencias de la Información, rama de Periodismo, y actualmente ejerce como editor adjunto del Canal 24 Horas de TVE y es autor de cuatro novelas.
Dice Umbral, recordando los años 60 y a los poetas vinculados a la revista Espadaña:
«Antonio Gamoneda era y sigue siendo el mejor poeta de todos ellos. Un buen poeta, un magnífico poeta que luego ha sido mucho mejor. Personalmente era un hombre introvertido, huraño, que trabajaba en el Banco Español de Crédito con tantos otros poetas leoneses y que paseaba todas las tardes por la calle de Ordoño con González de Lama. Entonces se le tenía por un escritor minoritario, restringido aunque interesante, porque entonces no se veía otra cosa que la Poesía Social.»
— — —
Portada de la guía semanal leonesa “2A” —nº 38, 20-27 de agosto de 1982— y páginas en las que se publicó la entrevista:
La noticia, en Diario de León…

En este día —13 de junio de 2023— en el que Antonio Pereira, grandísimo amigo de Gamoneda, hubiera cumplido cien años, reproducimos esta carta que se publicó en La Crónica de León hace más de 30 años, a propósito de la publicación de su libro de relatos El Síndrome de Estocolmo:
Por ANTONIO GAMONEDA
[Publicada en el diario La Crónica de León, en enero 1989]
Querido Antonio: Tengo El Síndrome de Estocolmo en la mesilla de noche, que es donde suelen ponerse los libros que se aman. Ya está leído y hasta releído, pero lo necesito allí para las horas dolientes, que son horas en las que algunos libros se tornan medicinales. Está en buena compañía; se roza con un tomo del Pedacio Dioscórides Anazarbeo, de Laguna, el segoviano mágico que diagnosticaba al Papa por la orina; con La otra gente, de Cunqueiro, ese berciano de Mondoñedo al que saco mucha correligión contigo; con un Hiperión deslumbrante y difícil de roer, que firma un persa sufí de nombre impronunciable. A los cuatro vuelvo según los giros del ánimo. Al Síndrome por los gozos prosódicos que, si me alcanzan al entresueño, pueden traerme alucinación, dado que más de una vez se me han vuelto físicos, como si realmente oyera el metal —franco y algo campanudo, reconócelo— de tu voz propia y corporal.
Yo creo que esto tiene que ver con las ausencias que tú me infieres y yo te guardo. Reconócelo. Después de casi cuarenta años de trato, siendo además tocayos y asonantes en la patronimia, habíamos llegado a tener para los dos una especie de aura univitelina; ahora, dos años para acá, cuando tanto tendríamos que despachar sobre planes de jubilación, índices de colesterol y leves maledicencias, tú te das más que nunca a la vida intercontinental y no hay manera de cogerte los vientos.
Es cierto que tus itinerancias mundiales tienen mucho que ver con la imaginería que trabajas en los libros, pero yo sé que salgo perjudicado. En el Síndrome, además de enternecerte con Nilita, con Borges y con Ledo Ivo, andas de tránsito por Puerto Rico, Acapulco, Buenos Aires, Moscú, París, Río de Janeiro… No sigo. Si descontamos Arganza, el Naranco y Astorga, ¿qué queda de tú, un día famosa, literatura diocesana? ¿Dónde te vas a encontrar conmigo, que para poeta lírico no necesito más tierra, pongo por ejemplo, que la que hay entre la calle Varillas
y Mansilla de las Mulas?Besos a Úrsula. Enérgicos abrazos para ti.
Antonio (Gamoneda)
P/S. Se me olvidaba decirte algo. Es asunto recrudescente, pero para bien. Consiste en que, con referencia al ramo y género del cuento y a sus brevedades, he dado en pensar muy seriamente que eres el número uno, el maestro. Lástima no tener a mano a Antón P. Chejov: firmaría conmigo la posdata. Vale.
Por CRISTINA FANJUL
(Artículo publicado en Diario de León, el 22 de febrero de 2012)
«Alguno de los autores que en España se consideran de gran valía no tienen apenas prestigio en América, como es el caso de Antonio Gamoneda, que escribe poesía de un simplismo, artificio a medias y de juegos verbales sin deslumbramiento que han acabado por quitarle lectores». Estas palabras, pronunciadas el año pasado (2011) por el poeta Alí Calderón son en parte culpables del libro Por donde pasa la poesía, que el viernes (2012) se presenta en Matadero Madrid. La obra, editada por Baile del Sol, cuenta con la participación de setenta autores, entre ellos los leoneses Rafael Saravia, Lourdes de Abajo, Ildefonso Rodríguez, Eloísa Otero y Juan Carlos Mestre, y está capitaneado por José Luis Sampedro, autor del prólogo.
Como una revisitación del enfrentamiento que en los años cuarenta surgió entre los defensores de la poesía arraigada —Leopoldo Panero, Rosales, Vivancos o José García Nieto— y la desarraigada, que encontró su máxima expresión en Victoriano Crémer, Celaya o Blas de Otero, así las palabras del poeta mexicano encendieron las llamas de una guerra poética soterrada.
Sin etiquetas. En un lado están los integrantes de la antología Poesía contra la incertidumbre que, según los autores participantes, nace de la necesidad de analizar críticamente la poesía actual y de hacerla accesible a todos los públicos. En el manifiesto de la misma podía leerse: «Los jóvenes poetas actuales se han adscrito a una tendencia tan experimental como oscura que no puede entender nadie. Sucede de igual manera en España que en Hispanoamérica. Los discursos fragmentarios, el irracionalismo como dogma y el abuso del artificio han supuesto la ruina de la poesía. Ha sido el derroche que ha llevado a la crisis poética actual, en la que la poesía está considerada como un género difícil, que no se entiende y que sólo leen los poetas entre ellos. Nosotros creemos que lo que sucede es que el poeta no ha hecho bien su trabajo».
En el otro, Por donde pasa la poesía, se posicionan quienes se declaran en defensa de la pluralidad poética y de la convivencia de todas las expresiones líricas. En el manifiesto se hace una defensa cerrada de la libertad literaria y se denuncia la actitud de cuantos se apropian y se encierran en ciudadelas poéticas excluyentes: «Las tentativas de encerrar el lenguaje literario dentro de límites inamovibles han dado como resultado estructuras cerradas de pensamiento que trabajan en contra de la propia y esencial condición de la palabra», destacan. Asimismo, aseguran que el intento de limitar las distintas voces poéticas es una manera de agredir el legado recibido. «Ha costado mucho desterrar de nuestro campo literario el cainismo y la exclusión. No vamos a consentir ahora que vuelvan a reproducirse estrategias envenenadas similares».
Setenta poetas. Pero Por donde pasa la poesía es mucho más. A través de los versos de setenta poetas, de los cuales se recogen distintas piezas, se agrupan más de trescientas páginas de buenos poemas. La obra empezó a fraguarse en la Librería Primado de Valencia, una librería de barrio que, como destaca el poeta Arturo Borra, se ha convertido en los últimos años en un «punto de encrucijada». Los artífices del libro añaden que este libro coral es «imagen de un tiempo de comunidad entre poetas y lectores, entre vecinos de barrio y escritores, cuyo hilo es el disenso y la pluralidad, eso sí, de signo anticapitalista, antineoliberal, antifascista, antidogmático».
Dice Víktor Gómez, uno de los poetas participantes, que el libro acoge en igualdad de condiciones a autores inéditos, autores y a los consagrados, en una obra que trata de zafarse de la orientación industrial actual, presidida por la insignificancia y la banalidad, «lo apolítico o, lo que aún es peor, lo político-domesticado, lo político-usurpado».
El libro incluye además un cedé con versiones de Lucho Roa de varios de los poemas recogidos en la antología, como las piezas de Lucia Boscá, Antonio Méndez Rubio, Antonio Martínez i Ferrer o Mar Benegas.
Existen dos artículos del profesor Francisco Martínez García sobre la Colección Provincia de Poesía, desde el principio vinculada a la Diputación de León, que creó y dirigió Antonio Gamoneda durante los años 70 y 80.
La Colección Provincia es una de las colecciones históricas e ineludibles de la poesía española. Nació en 1971, como un estímulo de la literatura, y en 2021 cumplió medio siglo de vida.


La Biblioteca Pública Municipal Antonio Gamoneda se inauguró en mayo de 1987 en el municipio leonés de la Pola de Gordón.
Diez años después, el 24 de mayo de 1997, su amigo Antonio Pereira le envió este mensaje para celebrar el décimo aniversario de la biblioteca, al que no pudo asistir:
TELEFONEMA DE ANTONIO PEREIRA PARA ANTONIO GAMONEDA
Querido poeta amigo, sublevado pero no tan inmóvil, describidor de la verdad más que de la mentira, cantor taciturno de blues, vitalista a pesar de algunos fúnebres ramos con los que retrasas el avance de los venenosos líquidos y los animales blancos: te saludo en la Pola de Gordón, donde no tienes calle —que yo conozca—, pero sí una Biblioteca, o sea un templo, eso sí que es un protocolo serio.
Imagino el título honroso, ANTONIO GAMONEDA, en el frontispicio de la docta casa. Pero lo que envidio sin remisión es el sello de caucho. Seguro que hay un sello de caucho que se moja en un tampón y estampa tu nombre en papeles, en oficios, en certificados de IRPF y, sobre todo, en las hojas de los libros que leerán los pequeños y los mayores, los mozos —!y las mozas, Antonio!, ¿te acuerdas de las mozas?— en esa comarca alta de la tierra de León.
No podré estar contigo. Estaré predicando en Santander, un sermón «alusivo» —como le pedían a nuestro cura Lama—, contra algún objeto típico de recuerdo y gastos pagos, ya sabes. Conque te hago llegar estas palabras. Son un telefonema, como se decía en la ferretería de mi padre, y van cargadas de amistad y dolor de ausencia.

Portada y contraportada de una rarísima edición limitada y no venal del nº 5 de Poesía en el Campus (Zaragoza, 1988-1989) —revista de poesía promovida por un grupo de profesores y estudiantes de la Universidad de Zaragoza—, un monográfico dedicado íntegramente a Antonio Gamoneda.
El contenido de este número aparece recogido en otra publicación, accesible y descargable desde internet (Institución Fernando el Católico, Diputación de Zaragoza, 1989), en la que se han reunido los siete primeros números de Poesía en el Campus, dedicados respectivamente a: Ana María Moix, Antonio Colinas, Clara Janés, Manuel Vázquez Montalbán, Antonio Gamoneda, Jaime Siles y José Agustín Goytisolo.
Aquí reproducimos el índice de contenidos del número dedicado a Antonio Gamoneda, con textos críticos de José Luis Rodríguez García, Antonio Pérez Lasheras, Félix Romeo Pescador y Ángel González Pieras, y, alternándose con ellos, poemas dedicados a Gamoneda escritos por Ana María Navales, Rosendo Tello, Manuel Vilas y Guillermo Urbizu.

(…)
-Veo al fondo su biblioteca.
-La biblioteca que ves es pequeña. Mi biblioteca en Caracas tiene más de cuatro mil libros. En una ciudad como Miami que tiene pocas librerías, y menos libros en español, he ido construyéndola de nuevo en mis viajes a Ciudad de México y Madrid, y por supuesto Amazon. En la Feria del Libro de Madrid volví a comprar Poeta en Nueva York de Federico García Lorca, El oficio de vivir de Cesare Pavese, la poesía de Emily Dickinson y Antonio Gamoneda. Son libros de consulta diaria, libros, como diría Laura Restrepo, a los que les rezo con devoción y necesitaba tenerlos de nuevo cerca. Es parte de la reconstrucción de la vida en ese territorio de incertidumbre y de neblina que es el exilio.
(…)
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