Verónica Viñas

Antonio y Amelia Gamoneda, entre los leoneses que publican en ‘Revista de Occidente’

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La noticia, en Diario de León

El «villancico» inédito de Gamoneda

Gamoneda de niño (hacia 1932).

Gamoneda de niño (hacia 1932).

Hace unos años, en una entrevista que Verónica Viñas le hizo a Antonio Gamoneda para Diario de León, el poeta reconoció ser el autor de un villancico que la periodista había aprendido de pequeña [este es el fragmento de la entrevista]:

[…] Verónica Viñas.—Aunque odio las Navidades, recuerdo un villancico precioso que me enseñaron en la escuela. Decía así:

«…Y un chiquitín charlatán,
puesto en la punta del pie,
se asoma y dice: José,
pónle tu capa,
que está nevando…»

¿Le suena?

Antonio Gamoneda.—Lo escribí hace 40 años porque una maestra de mis hijas, Ofelia, muy cariñosa, inteligente y católica, me lo pidió para cantarlo en familia.

[…]

Hablando de esto un día con Amelia Gamoneda, hija mayor del poeta, resultó que ella conservaba esta versión del villancico escrito por su padre, que reproducimos aquí:

Nevaba mucho en Belén
la noche que Dios nacía.
¡Qué bonito y que alegría,
pero qué frío también!

El niño estaba en el suelo
como una rosa desnudo.
¿Por qué no quiso si pudo
venir vestido del Cielo?

Dos ángeles tejedores
de prisa y muy buena gana
le están haciendo de lana
una nana de colores.

Y un chiquitín charlatán
puesto en la punta del pie
se asoma y dice: “José,
ponle tu capa, que están
dale que dale y no sé
cuándo cuándo acabarán”
.

Antonio Gamoneda

NOTA: Cuando las líneas anteriores se publicaron en la revista digital TAM TAM PRESS (el 25 de diciembre de 2014), apareció este comentario, con matices interesantes y emotivos de la profesora Ofelia Díaz:

«Yo soy Ofelia Díaz, la maestra a quien Antonio Gamoneda dedicó este villancico como felicitación en unas navidades cuando Amelita Gamoneda era mi alumna. Para completar el entusiasmo con que lo recibí, mis hijos me sorprendieron cantándolo la noche de Nochebuena. Ellos le habían puesto música. Y en las Navidades siguientes lo enseñé en clase y conseguí que Verónica Viñas –que también era mi alumna– con otra niña (creo recordar que se llamaba Isabel) lo cantaran a dos voces maravillosamente. Guardo un recuerdo precioso de aquel episodio y, por supuesto, conservo el original escrito a mano por Gamoneda con su afectuosa dedicatoria.
En la letra que aquí figura hay una palabra confundida. Aquí dice el niño estaba ”en el suelo” y el original dice: el niño estaba ”entre el hielo”.
Han pasado muchos años –ya tengo 92– y me alegra enormemente haber encontrado esto en Internet.»

‘La pobreza’, segundo tomo de memorias de Gamoneda, saldrá a la luz en febrero de 2020

Antonio Gamoneda. Fotografía: Fernando Sanz Santacruz.

Gamoneda hace un ajuste de cuentas

Gamoneda ha tardado más de una década en publicar la segunda parte de las memorias que comenzó con ‘Un armario de sombra’ y que prosigue ahora con ‘La pobreza’.

Por VERÓNICA VIÑAS
(Publicado en Diario de León el 4-1-2020)

En Un armario lleno de sombra (2009) Antonio Gamoneda repasa los estragos de la penuria. Una infancia quebrada por la Guerra Civil. El recuerdo imborrable de ver pasar cuerdas de presos, con destino al campo de concentración de San Marcos, desde la ventana de su casa del Crucero. Ha tenido que pasar una larga década para que el autor del Libro de los venenos se decidiera a proseguir el relato de sus memorias, que concluían al cumplir 14 años, cuando empieza a trabajar como chico de los recados en el Banco Mercantil, de 5 de la mañana a 8 de la tarde, por un sueldo de 89 pesetas.

En febrero llegará a las librerías La pobreza (Galaxia Gutenberg), que el autor define como «un totum revolutum», porque discurre entre aquella adolescencia ‘robada’ y la actualidad, aunque sin una estructura cronológica. Por ello, Gamoneda advierte: «Dejo al lector el trabajo de montar ese desorden». Dice el escritor que en el olvido están los recuerdos. El título de esta segunda entrega de sus memorias «tiene mucho sentido», porque, como admite el autor de Sublevación inmóvil, la pobreza ha condicionado su vida y su escritura. «He sido pobre y, en alguna medida, lo somos casi todos los que pisamos el planeta».

El premio Cervantes repasa unos años que para él fueron «muy duros». «Para mí, para España y para la Humanidad». Por eso, «al libro no le sobra ese nombre». Una narración en la que el escritor reconoce que hay «un ajuste de cuentas». «De algunas personas digo lo que me apetece. No me muerdo la lengua ni conmigo ni con nadie». Personas que ha querido que aparezcan con nombres y apellidos. «De cada una escribo lo que me ha dictado el corazón».

¿Es un acto de valentía? Gamoneda responde que «si es un libro de memorias no se puede disfrazar la verdad. No tendría ningún sentido». «Yo tampoco le gusto a mucha gente y también hay mucha gente a la que quiero». (más…)

Antonio Gamoneda y Concha Espina, dos leoneses que han rozado el Nobel

Los escritores leoneses Antonio Gamoneda y Concha Espina. J. CASARES – Diario de León.

Los leoneses que rozaron el Nobel

(…) Solo cinco españoles lo han conseguido. José Echegaray, en 1904; Jacinto Benavente, en 1922; Juan Ramón Jiménez, en 1956; Vicente Aleixandre, en 1977; y Camilo José Cela, en 1989. Pero en la lista de nominados al Nobel de Literatura hay decenas de autores españoles que finalmente no lograron el galardón. Es el caso de los leoneses Antonio Gamoneda (1931) y Concha Espina (1869-1955). [El primero nació en Oviedo, aunque reside en León desde niño, y lleva apareciendo en las quinielas del premio de forma intermitente desde que le concedieron el Cervantes en 2006. La segunda, de origen santanderino, publicó en 1914 su obra cumbre, «La esfinge maragata», ambientada en la comarca leonesa de Maragatería, y fue propuesta para el Nobel 25 veces entre 1926 y 1954.]

(…) A la Academia Sueca siempre le ha gustado el misterio. Nunca revela hasta 50 años después los nombres de nominados a los Nobel. (…) Sin duda, es uno de los secretos mejor guardados y, precisamente, este ocultismo suscita todo tipo de quinielas. La casa de apuestas británica Ladbrokes tiene su propia nómina de candidatos, en la que aparecen un centenar de aspirantes al mayor premio de la literatura mundial. El poeta leonés Antonio Gamoneda ha figurado en ella en más de una ocasión. (…)

Este año 2019 la Academia sueca entregará dos premios Nobel de Literatura, después de que el año pasado no llegara a fallarse por un escándalo de abusos sexuales en el seno de la institución que provocaron una cascada de dimisiones. La Academia sueca, en sus horas más bajas, decidía entonces posponer el premio. Así que en octubre se otorgará el de 2018 y el de esta edición. (…)

Gamoneda: «Soy un feminista que desearía que no hiciera falta serlo, que este cruel y tonto asunto estuviera resuelto desde antes del Viejo Testamento»

El poeta leonés Antonio Gamoneda en el despacho de su casa, rodeado por miles de libros, donde trabaja desde hace años en la segunda parte de sus memorias. Foto: RAMIRO – Diario de León.

ANTONIO GAMONEDA ■ POETA

«Soy feminista por la fuerza de los hechos»

Es un rebelde a punto de cumplir 87 años ■ Su afán por reescribir y corregir hasta el infinito retrasará un año más la publicación de la segunda parte de sus memorias ■ Afirma que el fisco es enemigo de la literatura, que tenemos una falsa democracia y anima a combatir el recorte de libertades haciendo, precisamente, lo que nos prohíben

Una entrevista de VERÓNICA VIÑAS, publicada en Diario de León el 13/5/2018

—¿De qué le ha salvado la poesía?

—Iba a decir que de nada, pero no sería muy justo, porque la poesía tiene una especie de poder de liberación, transitoria, pero liberación. Una preocupación, una situación depresiva o un día malo la poesía puede, de alguna manera, convertirlo en un objeto estético formado por palabras. Esa experiencia es liberadora.

—¿Le incomodan etiquetas como poeta existencial o materialista?

—Las etiquetas son incómodas siempre, pero no las retengo ni hago caso. Pienso que si a la gente le gusta etiquetar, pues que etiquete.

—En su poesía abundan los colores, los olores y los sonidos. ¿Definiría su lenguaje como sinestésico?

—Buena parte de mi lenguaje se origina en datos de la sensibilidad corporal y física. Me parece que es bastante normal que así suceda. Acepto esa posible definición, bien entendiendo que procede y se genera a partir de la sensibilidad que tienen las palabras.

—¿Los poetas tienen fecha de caducidad como los yogures?

—Seguro. Con esas mismas palabras lo decía el gran Claudio Rodríguez. Tengo la sospecha, que no me proporciona demasiada alegría, de que ese calendario anda rondándome ya, si no me ha rondado definitivamente.

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Verónica Viñas entrevista a Gamoneda con motivo de la publicación de «Un armario lleno de sombra» (2009)

ENTREVISTA | ANTONIO GAMONEDA | POETA Y PREMIO CERVANTES

«Escribí mis memorias para reencontrarme con el pequeño canalla que fui»

Gamoneda publica sus esperadas memorias, «Un armario lleno de sombra», donde relata sin paliativos su infancia

Por VERÓNICA VIÑAS
(Entrevista publicada en Diario de León el 14 de mayo de 2009)

Dice Gamoneda que en el olvido están los recuerdos. Pero él no ha podido ni ha querido olvidar su infancia en León, una de las ciudades más castigadas por la represión franquista. Ásperas, amargas, pero sobre todo, sinceras; así ha querido Antonio Gamoneda que sean sus memorias, sin paliativos, pero sin crueldad ni exhibicionismo. Todo sucedió el día que el poeta se decidió a abrir el armario de su madre, fallecida tiempo antes. Los olores, los objetos… pudiera decirse que le tendieron una emboscada. A través de este armario Gamoneda se adentra en el pozo de los recuerdos, en el capítulo de una infancia quizá perdida, quizá ahogada por recuerdos demasiado dolorosos. A los 78 años el escritor ha podido afrontar el difícil ejercicio de contar sus primeros recuerdos en un León oscuro y terrible. Tras varios retrasos, fruto de su incansable obsesión por corregir cada palabra, llega a las librerías Un armario lleno de sombra ( Galaxia Gutenberg). Gamoneda no sabe aún si tendrá continuidad.

-Abrir el armario de su madre, tras su muerte, ¿fue como abrir ese trastero que todos tenemos en el cerebro y donde arrojamos aquello que queremos olvidar?

-No abrí el armario para encontrarme con algo que hubiera querido olvidar. Mi actitud era más bien la carencia de recuerdos, aunque tuviese los suficientes para configurar mis estados de ánimo.

-En los libros de texto de niños como su nieta la Guerra Civil apenas ocupa un párrafo, donde no se habla de golpe militar. Cuando lean «Un armario lleno de sombra», ¿no cree que pensarán que es pura fabulación?

-Como no es mi libro el único que se ocupa de eso y existe una enorme documentación, esos niños estarán en una parecida situación a los que tienen ahora 20 años y a los que la Guerra Civil, en cierto modo, recae en su conocimiento y en sus posibilidades ideológicas -que no son muchas- como las guerras con los visigodos… Para ellos es algo que pertenece a un pasado lejano. Pesará poco en su conciencia, pero de ahí a pensar que es pura fabulación hay gran distancia. Nuestra Guerra Civil está muy documentada, aunque los documentos sean sentenciosos. Ahí está la obra de Secundino Serrano, que es un estudioso que deja poco margen para que los jóvenes piensen que he instrumentado una fabulación.

-Puede resultar fácil desenmascarar a los extraños, pero también habla de su familia sin paliativos. Dice: «Mi padre fue un morfinómano…».

-Me he planteado un reencuentro conmigo mismo y con quienes son causa de que llegase a existir. Me lo he planteado en términos no de crueldad o exhibicionismo, pero tampoco sin paliativos o edulcorantes; y eso en lo que se refiere a mis antecesores, a mí mismo y a aquellas personas de un entorno que se da en una época muy difícil. Aunque no disfruté diciéndolo, si hago unas memorias no es para mentirme a mí mismo, sino para reencontrarme con el pequeño canalla que yo fui. Quiero decir lo bueno y malo del cinturón social que me rodeaba, con los hechos por delante y, desde luego, sin intentar ni ennegrecerlos ni salvarlos de la negritud.

-Escribe que en la guerra, en León el pan era negro; y en Oviedo, aún peor, era amarillo, y le produjo hepatitis…

-Sí, el de Asturias estaba dominado por el maíz y era prácticamente venenoso.

-¿Recuerda cómo sabía?

-Me imagino que si por un milagro de temporalización alguien me trajese aquellos bollos los reconocería como el pan de la guerra.

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FABIÁN PANISELLO PONE MÚSICA A GAMONEDA (2011)

Fabián Panisello en sulponticello… Haz un click.

FABIÁN PANISELLO PONE MÚSICA A GAMONEDA

El compositor argentino estrena en Madrid
su versión musical del ‘Libro del frío’

Por VERÓNICA VIÑAS
Artículo pubicado en Diario de León / 
25/10/2011

La poesía de Gamoneda es pura música. Y su Libro del frío, poblado de raras criaturas como el ‘animal del llanto’ o el ‘animal perfecto’, es una fuente inagotable para los compositores. El argentino afincado en España Fabián Panisello también se ha dejado seducir por el ritmo que subyace en los versos del escritor leonés. Ha hecho una nueva versión musical del poemario que ya inspiró al gaditano José María Sánchez-Verdú. La Fundación BBVA, que ha producido el disco, acoge hoy, en su sede de la madrileña calle de Recoletos, la presentación de la obra para soprano y ensemble compuesta por Panisello sobre poemas del Libro del frío. En la premiere de este nuevo volumen de la colección Compositores españoles y latinoamericanos de música actual, Gamoneda leerá algunos de los textos elegidos por Panisello, la voz la pondrá la soprano Allison Bell y la música correrá a cargo del Ensemble Meitar.

Para Gamoneda será una sorpresa. Confiesa que aún no ha podido escuchar cómo suenan los once poemas del Libro del frío a los que Panisello ha puesto música, aunque ya se estrenaron en Buenos Aires y Viena, «donde no pude ir». El Cervantes leonés ignora por qué Panisello eligió su libro. «Me dijo que estaba trabajando sobre él y yo le di mi autorización». No es la primera vez que Gamoneda colabora con artistas de otras disciplinas. No sólo ha trabajado con músicos, sino támbién con artistas plásticos como Tápies, Sicilia, Álvaro Delgado o Félix Cárdenas. El frío, ese frío «que nunca ha cesado» ha sido determinante en la estética de Gamoneda. Al compositor gaditano José María Sánchez-Verdú también le atrajo el Libro del frío, al que puso música hace dos años y cuya obra estrenó en el marco del Festival Internacional de Órgano. Curiosamente, Verdú recurrió a la particularísima voz de un contratenor para cantar los versos del poeta leonés, quien entonces confesó: «Mi escritura es, antes de ser literatura, que lo es sólo secundariamente, un hecho existencial. Por tanto, con sus fallos, la escritura que yo hago no es que proceda, sino que es parte de esa vida». Gamoneda desconoce si Panisello conoce la versión de Sánchez-Verdú sobre el Libro del frío. «Ninguno ha incluido todo el libro», aclara.

Música aérea. Panisello, director de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, empezó a componer antes de aprender siquiera a escribir. Al compositor argentino le fascina la música africana, en la que centró su tesis, pero también le han marcado compositores como Bach, Ligeti, Mozart, Debussy, Mahler y el complejo Schönberg. «Me gusta que mi música tenga un carácter aéreo y que sólo en momentos puntuales toque tierra», confiesa el compositor. La rapidez es expresión sintomática de aquello que constituye la verdadera alma de la música de Panisello: el movimiento

Panisello ya puso música al documental Escritura y alquimia, dirigido por Enrique Corti y César Rendueles, una cinta que intercala declaraciones del poeta leonés en las que reflexiona en torno a su obra con materiales biográficos y lecturas de poemas a cargo del propio Gamoneda. La película se rodó en su casa y en escenarios que han sido determinantes en su vida. La camara seguía a Gamoneda por los lugares de su infancia, por el bosque, por la orilla del río en la que jugaba de niño y hasta el balcón de su casa en el Crucero, desde el que veía pasar las cuerdas de presos republicanos camino del campo de concentración de San Marcos.

En el 2003 Gamoneda revisaba y ampliaba el Libro del frío. Añadía entonces una veintena de poemas, bajo el titulo Frío sin límites; una aportación nacida de la reflexión en torno a la obra de Antoni Tàpies, con quien Gamoneda ha dialogado en libros y exposiciones. Y es que Gamoneda teje y desteje sus obras, siempre expuestas a una permanente revisión.

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El villancico inédito de Gamoneda

Gamoneda de niño (hacia 1932).

Gamoneda de niño (hacia 1932).

Hace unos años, en una entrevista que Verónica Viñas le hizo a Antonio Gamoneda para Diario de León, el poeta reconoció ser el autor de un villancico que la periodista había aprendido de pequeña [este es el fragmento de la entrevista]:

[…] Verónica Viñas.—Aunque odio las Navidades, recuerdo un villancico precioso que me enseñaron en la escuela. Decía así:

«…Y un chiquitín charlatán,
puesto en la punta del pie,
se asoma y dice: José,
pónle tu capa,
que está nevando…»

¿Le suena?

Antonio Gamoneda.—Lo escribí hace 40 años porque una maestra de mis hijas, Ofelia, muy cariñosa, inteligente y católica, me lo pidió para cantarlo en familia.

[…]

Hablando de esto un día con Amelia Gamoneda, hija mayor del poeta, resultó que ella conservaba esta versión del villancico escrito por su padre, que reproducimos aquí:

Nevaba mucho en Belén
la noche que Dios nacía.
¡Qué bonito y que alegría,
pero qué frío también!

El niño estaba en el suelo
como una rosa desnudo.
¿Por qué no quiso si pudo
venir vestido del Cielo?

Dos ángeles tejedores
de prisa y muy buena gana
le están haciendo de lana
una nana de colores.

Y un chiquitín charlatán
puesto en la punta del pie
se asoma y dice: “José,
ponle tu capa, que están
dale que dale y no sé
cuándo cuándo acabarán”
.

Antonio Gamoneda

NOTA: Cuando las líneas anteriores se publicaron en la revista digital TAM TAM PRESS (el 25 de diciembre de 2014), apareció este comentario, con matices interesantes y emotivos de la profesora Ofelia Díaz:

«Yo soy Ofelia Díaz, la maestra a quien Antonio Gamoneda dedicó este villancico como felicitación en unas navidades cuando Amelita Gamoneda era mi alumna. Para completar el entusiasmo con que lo recibí, mis hijos me sorprendieron cantándolo la noche de Nochebuena. Ellos le habían puesto música. Y en las Navidades siguientes lo enseñé en clase y conseguí que Verónica Viñas –que también era mi alumna– con otra niña (creo recordar que se llamaba Isabel) lo cantaran a dos voces maravillosamente. Guardo un recuerdo precioso de aquel episodio y, por supuesto, conservo el original escrito a mano por Gamoneda con su afectuosa dedicatoria.
En la letra que aquí figura hay una palabra confundida. Aquí dice el niño estaba ”en el suelo” y el original dice: el niño estaba ”entre el hielo”.
Han pasado muchos años –ya tengo 92– y me alegra enormemente haber encontrado esto en Internet.»

El niño que persigue a GAMONEDA

Antonio Gamoneda en una fotografía de Jesús F. Salvadores (Diario de León).

Antonio Gamoneda en una fotografía de Jesús F. Salvadores (Diario de León).

[Reproducimos un artículo publicado en Diario de León el 5 de mayo de 2016].

Por VERÓNICA VIÑAS

A Gamoneda siempre le ha perseguido la niñez. Partiendo de esa premisa y del encargo de hacer una antología que la editorial Calambur encomendó a su hija Amelia —profesora de Literatura Francesa y autora de ensayos como Marguerite Duras. La textura del deseo— llega ahora Niñez. El autor de Lápidas, «sin escurrir el bulto», prefiere ceder todo el protagonismo del libro a su hija. «Fue ella quien escogió los textos que estaban en otro contexto y los ordenó a su manera, que no es casual, sino siguiendo un proyecto significativo. Seguramente, no sólo ha buscado mi niñez», asegura el premio Cervantes leonés.

«El editor me propuso hacer una antología de mi padre y yo decidí el asunto y el enfoque», cuenta Amelia. «Hablar de la niñez de mi padre tenía sentido no sólo porque soy su hija, sino porque tiene suficientemente escrito y porque es una época que ha marcado su poesía y su vida». Y se remonta la autora de Niñez a la abuela, la mujer que huyendo de la Guerra Civil recaló en un León terrible y represivo con un pequeño que vería desde el balcón de su casa del Crucero desfilar a los presos camino del campo de concentración en que se convirtió San Marcos. «La niñez de mi padre era, en su boca, una colección de escuetas escenas… Para ella su hijo era un absoluto sin adjetivos, un ser blanqueado como un ángel por el amor materno», anticipa en el prólogo.

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