Haz un click en la imagen para leer entera la reseña de Juan Manuel Díaz de Guereñu del libro «Esta luz. Poesía reunida 1947-2004», de Antonio Gamoneda, publicada en Revista de Libros el 1 de julio de 2005.
Revista de Libros
«¿Placer sin esperanza?», una reseña de la antología ‘Solo luz’, por Miguel Casado (2000)
Haz un click en la imagen para leer entera la reseña de Miguel Casado del libro «Solo luz (Antología poética 1947-1998)», de Antonio Gamoneda, publicada en Revista de Libros el 1 de noviembre de 2000.
«Una poética de la finitud» / Reseña de ‘Libro del frío’ por Rafael Narbona (2003)

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Libro del frío
ANTONIO GAMONEDA
Ed. Siruela, Madrid, 192 págs.
Una poética de la finitud
Por RAFAEL NARBONA
(Reseña publicada en Revista de Libros el 01/08/2003)
Hijo de un poeta menor, Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931) ha sido vinculado a la generación del cincuenta, pero la originalidad de su obra apenas tolera su inclusión en un grupo poético que ni siquiera acepta la comunidad de supuestos estéticos. Al margen de la polémica sobre las generaciones literarias, no es difícil advertir que las referencias de Gamoneda no coinciden con las de la Escuela de Barcelona. La primera discrepancia es de carácter social. La prematura desaparición del padre y la Guerra Civil se encargarán de despojarlo de cualquier privilegio, incluida una biblioteca con primeras ediciones autografiadas de Darío y Valle-Inclán. Gamoneda crece en un hogar obrero y se incorpora tempranamente al mercado laboral, desempeñando un trabajo irrelevante en una entidad bancaria. A diferencia de Barral y Gil de Biedma, su poesía no tendrá que abominar de un linaje burgués. Sin embargo, la experiencia de la pobreza no desemboca en una militancia descarnada. Gamoneda aprenderá de Nazim Hikmet que «la poesía no es social ni poesía si no se hace en un lenguaje de la especie poética» (El cuerpo de los símbolos, 1997, pág. 89). Esta enseñanza se reflejará en un lenguaje altamente condensado, donde la percepción de la injusticia no excluye un pesimismo existencial que se expresa mediante símbolos. Esto nos lleva a la segunda diferencia con los poetas catalanes del cincuenta. Gamoneda se aleja del registro coloquial que había introducido la influencia del último Cernuda. Frente a la evocación biográfica de Barral, Goytisolo o Gil de Biedma, Gamoneda utiliza el símbolo y la elipsis para aludir a su vida, que comparece en el poema mediante objetos en los que se ha borrado la referencia anecdótica. Al eliminar ese dato, aparece el hermetismo que se ha reprochado a Gamoneda. Esta oscuridad no se resuelve mediante un ejercicio hermenéutico, donde se establezcan las equivalencias correspondientes, pues Gamoneda considera que el símbolo es una realidad autónoma y no una imagen vicaria, subordinada a una exégesis que la despoje de su misterio.

