Antón P. Chejov

Carta semiprivada de Antonio Gamoneda a Antonio Pereira

En este día —13 de junio de 2023— en el que Antonio Pereira, grandísimo amigo de Gamoneda, hubiera cumplido cien años, reproducimos esta carta que se publicó en La Crónica de León hace más de 30 años, a propósito de la publicación de su libro de relatos El Síndrome de Estocolmo:

CARTA SEMIPRIVADA A ANTONIO PEREIRA

Por ANTONIO GAMONEDA
[Publicada en el diario La Crónica de León, en enero 1989]

Querido Antonio: Tengo El Síndrome de Estocolmo en la mesilla de noche, que es donde suelen ponerse los libros que se aman. Ya está leído y hasta releído, pero lo necesito allí para las horas dolientes, que son horas en las que algunos libros se tornan medicinales. Está en buena compañía; se roza con un tomo del Pedacio Dioscórides Anazarbeo, de Laguna, el segoviano mágico que diagnosticaba al Papa por la orina; con La otra gente, de Cunqueiro, ese berciano de Mondoñedo al que saco mucha correligión contigo; con un Hiperión deslumbrante y difícil de roer, que firma un persa sufí de nombre impronunciable. A los cuatro vuelvo según los giros del ánimo. Al Síndrome por los gozos prosódicos que, si me alcanzan al entresueño, pueden traerme alucinación, dado que más de una vez se me han vuelto físicos, como si realmente oyera el metal —franco y algo campanudo, reconócelo— de tu voz propia y corporal.

Yo creo que esto tiene que ver con las ausencias que tú me infieres y yo te guardo. Reconócelo. Después de casi cuarenta años de trato, siendo además tocayos y asonantes en la patronimia, habíamos llegado a tener para los dos una especie de aura univitelina; ahora, dos años para acá, cuando tanto tendríamos que despachar sobre planes de jubilación, índices de colesterol y leves maledicencias, tú te das más que nunca a la vida intercontinental y no hay manera de cogerte los vientos.

Es cierto que tus itinerancias mundiales tienen mucho que ver con la imaginería que trabajas en los libros, pero yo sé que salgo perjudicado. En el Síndrome, además de enternecerte con Nilita, con Borges y con Ledo Ivo, andas de tránsito por Puerto Rico, Acapulco, Buenos Aires, Moscú, París, Río de Janeiro… No sigo. Si descontamos Arganza, el Naranco y Astorga, ¿qué queda de tú, un día famosa, literatura diocesana? ¿Dónde te vas a encontrar conmigo, que para poeta lírico no necesito más tierra, pongo por ejemplo, que la que hay entre la calle Varillas
y Mansilla de las Mulas?Besos a Úrsula. Enérgicos abrazos para ti.

Antonio (Gamoneda)

P/S. Se me olvidaba decirte algo. Es asunto recrudescente, pero para bien. Consiste en que, con referencia al ramo y género del cuento y a sus brevedades, he dado en pensar muy seriamente que eres el número uno, el maestro. Lástima no tener a mano a Antón P. Chejov: firmaría conmigo la posdata. Vale.